Copa Davis, fracaso inadmisible

Marcel GranollersSe puede entender que un jugador renuncie un año a jugarla o que falte a las primeras eliminatorias. También pueden existir lesiones, imponderables… Se puede dar cualquier vicisitud. Y bueno, que tampoco se está obligado a ganar la Copa Davis o llegar a la final todos los años. Una cosa es eso, pero perder a las primeras de cambio ante un equipo menor –que nunca había pasado de primera ronda- es inadmisible para el prestigio del tenis español.

Aparte Nadal, y por unos motivos u otros, resultó que ni Ferrer, ni Almagro, ni Verdasco ni Feliciano López estuvieron ahí. Terminar en Australia e irse para Canadá es una paliza, bueno, en realidad algunos se habían ido de Melbourne bien prontito. De haberse jugado en Castellón, Alicante o Murcia, ¿habrían sido baja todos ellos? Y aún con todo, llegábamos a Vancouver con el número 34 y el 51 del mundo más la pareja campeona del Masters de dobles.

Canadá tiene a Raonic, el número 15 del ranking ATP, temible en pista rápida –claro que Federer lo despachó en tres sets en octavos de Australia. Se podía asumir perder los dos puntos con él. Es más, Albert Ramos jugó decentemente en el primer partido, luchó, le arañó un set y al final cayó en cuatro parciales ajustados. Pese a la derrota, invitaba al optimismo. Pero es que luego Granollers hace el papelón contra el número 166 en tres sets vistos y no vistos. Dijo después que no se ha sentido a gusto en la pista, que al rival –se llama Dancevic– le había salido todo. Pero si antes el pobre Albert, debutante además, no había tenido frente al gigantón canadiense ni una mísera bola de break en los cuatro sets que le disputó; y Marcel tuvo ¡13!, no aprovechó ninguna y perdió 6-1, 6-2, 6-2, que es un escándalo. Se le veía en la carita que no estuvo nunca en el partido, y ahí se nos fue la eliminatoria por la borda.

Ahora toca jugar por la permanencia en septiembre, nos puede tocar un rival fácil –esperemos- y ya todo olvidado y a empezar de nuevo el año que viene. Pero no es el sitio que nos corresponde. No sé honestamente el grado de responsabilidad que el capitán Alex Corretja tiene en este desastre –si los jugadores se le borran, él qué va a hacer, y tampoco tengo elementos de juicio para valorar sus decisiones durante la contienda. Lo que presumo es que debería ser el que ahora mismo esté más apesadumbrado, y cuando aterrice algo tendrá que decir. Porque insisto, no es admisible.

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