Este siempre ha sido un país más de patinazos que de patinaje. Yo mismo entiendo más de lo primero que de lo segundo, sinceramente. Pero hoy celebramos que tenemos, por primera vez en nuestra historia, un campeón en este deporte. Ya fue grande que Javier Fernández se clasificara para los pasados JJOO de Invierno, en Vancouver, por primera vez desde 1956, y con solo 17 años. Pero ahora ha conseguido la primera medalla de oro en los Campeonatos de Europa de patinaje artístico disputados este fin de semana en Zagreb. Sin ser el gran favorito era de los que aspiraban, pero de eso no teníamos ni idea, nos hemos enterado ahora que ha ganado. ¿Qué hubiéramos sabido de haber quedado cuarto? Lo que está claro es que España sigue ahogando en sus deportistas sus penas y penurias. Los recortes también han llegado al deporte y a las federaciones, pero aún tenemos chicos que, por el hecho de destacar en una especialidad deportiva y poder dedicarse en cuerpo y alma a su práctica, tienen la oportunidad de desarrollar una carrera. Algo que no pueden decir tantos de su generación, ingenieros, arquitectos, universitarios en general. Por lo menos, ya que este país está retrocediendo en tantas cosas, espero que no lo haga hasta el punto de que a este patinador madrileño le suceda lo que aquellos pioneros nuestros de la marcha atlética en los años 70, los Llopart, Marín… Que además de las carencias y precariedades que debían superar los deportistas de su época, ellos además tenían que soportar que les llamaran “mariquitas” (o lo otro, en aumentativo) cuando la gente profunda les veía entrenar por esas calles de Dios. Esperemos que no, pero de todo te puedes esperar. Eso sí, como es natural, no volveremos a acordarnos de que existe el patinaje hasta que Javier u otro –por ejemplo su tocayo Raya, que quedó undécimo ayer- nos regalen otra alegría. ¿Se acuerdan del taekwondo, que tanto nos gustaba este verano? Y así seguiremos a lo nuestro, esto es, a patinar y rompernos la crisma… la nuestra o la del prójimo.