Electrocútese por Navidad, así como quien no quiere la cosa. En algunas vías de Madrid siguen existiendo semáforos de esos en los que hay que pulsar un botón para que, al cabo de unos minutos, se ponga en modo verde para los peatones. Por ejemplo, en el Paseo del Prado. Y de esta guisa aparecía anoche el que hay para cruzar desde la Plaza Murillo, que linda con el Museo, hasta la otra orilla, donde se erige el Ministerio de Sanidad y empieza a subir la calle Huertas desde la Plaza de la Platería.
Algún simpático se habría llevado la tapa que recubre la caja donde se aloja el mecanismo eléctrico que hace funcionar el temporizador. Nadie del Ayuntamiento se habría dado cuenta a esas horas. Y así quedaba a la intemperie el entramado de cables y bombilla, además en un día lluvioso, al alcance de cualquier ciudadano incauto. Yo mismo estuve a punto de tocarlo, advertí el pastel en el último momento, y después conseguí avisar a otro peatón que venía directo a meter los dedos en el asunto.
Es de esperar que la cosa no haya pasado a mayores, que a nadie le haya sucedido nada y que a estas horas el desperfecto esté arreglado. Pero no se puede dejar a la ciudadanía que corra riesgos innecesarios de un acto tan cotidiano como cruzar la calle, aunque sea en un día festivo. Y de entrada, esos semáforos son de otra era, bien harían en cambiarlos, cuando en Madrid se han acometido costosas obras para supuestamente mejorar espacios urbanos que en realidad no eran tan susceptibles de mejora.
Por otro lado, debe ser cosa de la Navidad. Hace unos años, también un 25 de diciembre, en la confluencia entre Alcalá y Gran Vía se desplomó de un árbol un gran racimo de luces de adorno que me pasó rozando, esa tarde sí que llovía a discreción. Reconozco que soy un poco aprensivo, y más con las cosas de la electricidad. Pero hombre, no costaría tanto hacer las cosas bien. Y evitarnos estos sustos.
Byenrique 
2 Comments