Urgente, Júpiter ha desaparecido

Júpiter ha desaparecidoLa noticia irrumpe en la plácida tarde como un cuchillo entra en la mantequilla. A eso de las cinco menos cuarto, salta inquietante un enlace urgente en la sobre-cabecera de las web de información general; casi simultáneamente las radios interrumpen su programación para dar paso a sus servicios informativos. El redactor especializado en Ciencia y Sociedad entra con voz entrecortada en antena: “Según nos acaban de confirmar fuentes autorizadas de la ESAC (European Space Astronomy Centre), con sede en Villanueva de la Cañada, el planeta Júpiter ha dejado súbitamente de ser detectado por los telescopios, hecho que ya habría sido contrastado con los principales observatorios astronómicos del mundo. Es más, según nos comentan, aunque ahora todavía es de día en España, cualquier observador iniciado podría comprobar su ausencia de la posición que debiera ocupar en el mapa espacial”.

Cerrado el avance informativo, la programación hace un intento de continuar a la espera de nuevas informaciones, pero en seguida el conductor del magazine se da cuenta de que no puede volver a una mediana normalidad. Menuda bomba, ¿pero esto qué es?. Mientras la redacción ebulle en busca de nuevos datos y el equipo de producción del programa empieza a agitarse en los teléfonos en busca de testimonios y expertos, a los tertulianos del momento se les pide una opinión que lógicamente no tienen, aunque lógicamente algo tienen que decir y lo dirán. En los minutos que ya han transcurrido, las webs ya han estampado el titular en tipografía superlativa:

– Desde un prudente “Júpiter desparece de la vista de los telescopios de todo el mundo”

A un más concluyente “Júpiter desparece repentinamente del Sistema Solar”

– O el rotundo y sentenciador “JÚPITER HA DESAPARECIDO”.

Uno de los contertulios acierta a valorar: “Esta puede ser la noticia más importante que se ha dado en la historia de la Humanidad”. Las televisiones ya muestran imágenes confusas en las que apenas se aprecia el oscuro firmamento con un supuestamente punto vacío en el que no está lo que debería estar. Mientras no haya explicaciones siquiera oficiosas o pre-científicas que ofrezcan un punto de apoyo, la especulación es el único caballo de batalla al que los medios pueden confiarse. Como es natural en la construcción de las historias noticiosas, en seguida surge la asociación con hechos y datos antecedentes o relacionados. Y el primero que viene a la cabeza de todos es la profecía Maya sobre el fin del Mundo. ¿Será esto el principio? El gurú doméstico –ese que todos los medios y cadenas tienen en su nómina de colaboradores- no ha tardado en salir a escena a darse su baño de multitudes, y ya vomita peregrinas interpretaciones –un hipotético agujero negro “portátil”, un singular fenómeno meteorológico que genera un efecto espejismo y nos priva de la visión de esa zona concreta del espacio, una supuesta desmaterialización de la masa gaseosa que rodea al planeta y lo hace invisible.

La confusión se confunde –valga la redundancia intencionada- con nuevos datos: “la ESAC confirma que los 63 satélites de Júpiter tampoco están localizables”. El titular ya está escrito: “Júpiter se volatiliza con sus satélites”. La carrera frenética ha empezado y ya no parará, las agencias han tomado un ritmo infernal: “según AFP, un aficionado australiano habría observado en directo el momento de la desaparición”. Inevitablemente otro contertulio se pregunta: “¿Será otra edición de La Guerra de los Mundos?”. Salvajemente global habría de ser este Orson Wells. La NASA emite a eso de las 20.00h un comunicado que en realidad no aclara nada, que se resume en “seguimos investigando las causas de la repentina “deslocalización” del planeta Júpiter”, en general las fuentes acreditadas todavía no se atreven a usar oficialmente el término “desaparición” aunque los medos ya lo manejen a discreción. No es posible encontrar portavoces oficiales porque, en tanto no se tenga una explicación medianamente coherente de lo sucedido, nadie se atreve a decir nada. Tampoco hablan los observatorios nacionales, Calar Alto, Teide, Pico Veleta, todos bien coordinados en un minucioso y hermético dispositivo internacional de crisis. Los medios han de recurrir a testimonios de aficionados, entra en directo uno en Las Palmas que tiene un potente telescopio en la azotea de su casa. El periodista, lógico y sagaz: “¿Pero se distingue algo, polvo o una estela en el área donde debiera hallarse el planeta?”. La respuesta, desalentadora: “no se ve absolutamente nada, ni rastro”.

Ya no hay otra noticia en los espacios informativos de la noche, pero sus contenidos no pasan de la reiteración de los escasos hechos conocidos, testimonios vagos, imágenes sin contenido, datos a estilo de obituario sobre el planeta gigante, opiniones de expertos absolutamente aturdidos. A las 23.00h hora española, por fin la ESAC y la NASA emiten un comunicado conjunto: “… en estos momentos únicamente podemos constatar que el planeta Júpiter y todos sus satélites han desaparecido del ámbito de visión de los telescopios sin que se aprecie huella ni vestigio alguno”. Aparte de que por primera vez se aviene a utilizar el término “desaparecer”, nada que aclare nada. Para las 23.30h se anuncia que Barack Obama pronunciará un discurso televisado y radiado a la nación americana. Se trata de tranquilizar, y los corresponsales señalan que aquella sociedad está absolutamente desbocada y aterrorizada. En España lo que hay es más perplejidad e incredulidad que otra casa, algún que otro comentario de humor fatalista –“que nos vamos  todos a tomar por c…” en las ya escasas y hoy día decadentes tertulias de bar, algún ingenio a nuestra manera: “Joder con el Undagarín, como aquí ya no podía llevarse más, va y se lleva Júpiter”. Ni un político en España ni en Europa ha dado señales de vida, a Mariano Rajoy le han informado a la salida del Congreso y se ha recluido en Moncloa, no se sabe más, ni un somero comunicado. “Si Obama va a hablar, a ver qué dice y nosotros diremos lo mismo”, cabe interpretar que están pensando todos, dirigentes y asesores de Comunicación. ¿Y el Vaticano, se pronunciará? Que por cierto el Papa acaba de admitir que la Estrella de Belén posiblemente no fue más que una Supernova. Los diarios impresos de la mañana barruntan cómo titular en portada, y algunos ya han resuelto:

– Uno cándido; “Misteriosa desaparición de Júpiter”

Otro más de suceso: “El Planeta más grande del Sistema Solar se ‘evapora’ sin dejar rastro”

Otro más “visionario”: “La desaparición de Júpiter aboca a la Humanidad a la tesitura del Fin del Mundo”

P.D. Bien, esto podría ser el primer capítulo de una novela o de un serial, a saber. O una recreación sobre cómo surgen y se construyen las noticias. O a lo mejor, si continuáramos con la historia, sobre cómo mueren: si a los dos días no se hubiera producido ningún nuevo hecho ni efecto secundario o colateral, la mismísima desaparición de Júpiter perdería posiciones en las parrillas informativas, pasaría a segundo plano y volverían a primera escena los temas recurrentes de siempre. Hasta esto seríamos capaces de devorar.

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