En vísperas de Halloween como estamos, qué menos que hacerle un guiño y jugar hoy a buscar las implicaciones entre la Comunicación y lo mágico. Que por mucha ciencia, método y teorías más o menos brillantes que le apliquemos a nuestra actividad en este campo, tampoco vivimos ajenos a los fenómenos extraños, a veces inexplicables. No nos referimos a esos traviesos duendes que se cuelan en nuestro trabajo y en nuestros materiales, igual que les sucede a los periodistas, al fin y al cabo de la misma pasta casi todos somos, y nos depara sustitos o alguna que otra broma más pesada de la cuenta. No, hablamos de hechicería de la buena, encantamientos, sortilegios y otros efectos decididamente raros.
¿Te acuerdas de aquella rueda de prensa, para qué vamos a decir dónde, a la que tenías confirmados 12 medios, los fundamentales en aquella ciudad y algunos más, media hora antes de la convocatoria te avisaban que ya venían para acá, y media hora después allí no tenías más que un fotógrafo que inmortalizaba a los tres portavoces que le hablaban a la pared? ¿Quién cambió a última hora la dirección, el nombre del hotel o el día? ¿Por dónde se les cruzó el gato negro? ¿Y ese personaje –portavoz también- que no conociste hasta justo cinco minutos antes del acto, que agriamente te preguntó cuántos periodistas venían, se apostó en la puerta del salón y ya de tu flamante lista de asistentes nunca volviste a saber? También es verdad que otras veces sucedió justamente al revés, del presumible desastre salió un episodio triunfal. Y todavía no te explicas cómo.
Ni que decir tiene que en esta profesión de los comunicadores hay prácticamente de todo: trasnos, augures, hadas buenas –qué sería de nosotros sin ellas- y desde luego verdaderas brujas, bueno, y brujos claro está. En todos los sentidos y extensiones del término. Las que se inventan acciones, campañas que tú en tu sano juicio crees que es imposible que funcionen, y al final terminan saliendo redondas, y no te cabe el asombro. Las que convencen y engatusan a cualquiera con cualquier argumento, y te preguntas cómo lo harán. Reuniones de las que todo el mundo salió convencido de hacer una cosa, y luego se llevó a cabo la contraria, very strange. Y bueno, despachos que indefectiblemente huelen a azufre desde que entras hasta que sales.
¿Qué contar de ese presidente de multinacional que dimite el lunes después de haber presentado toda su nueva estrategia global, ni que decir tiene que te llevaste a una decena de periodistas, y allende el Atlántico les tuviste una semana entera asistiendo a todo tipo de sesiones, keynotes, press conferences y press briefings…? Todo para que a la vuelta no tengan más remedio que titular, con toda justicia: “M.P. presenta la nueva estrategia de (xxx) que él no dirigirá”.
¿Y si se le ocurre dimitir, como quien dice, en mitad del acto? Esta vez estás con otro grupo de periodistas en uno de esos encantadores pueblos de España, habiendo preparado y previsto una acción didáctica y festiva, y terminado un largo turno de preguntas –tú ya lo sabías porque te lo habían espetado la noche anterior con la primera copa-, les tienes que decir: “miren señores, ha pasado esto”. Y verles las caras que ponen.
Bueno, y estas noticias de alcance que dos compañías se disponen a anunciar conjuntamente. Se planifica todo, se pactan acciones, se disponen tiempos y plazos, se sincronizan mensajes y se establece el protocolo reactivo y la asignación de portavoces. Y cuando llega el momento y la hora, la otra compañía –la que tú no controlas- desaparece. Los teléfonos se gripan, las líneas de comunicación se atascan, los interlocutores se volatilizan… y tú con el pastel. A última hora de la noche te pedirán tímida y consternadamente disculpas, tenían todo listo y validado, pero faltaba la autorización del apéndice corporativo de turno que llegó a última hora. Sí, como aquella boda a la que el novio (también podría ser la novia) no llegó, porque digamos que la despedida de soltero se le complicó un pelín. Y que se sepa, ya nunca se celebró.
Por supuesto que en este Halloween que a veces es la Comunicación, no faltan fantasmas, ojo, buenos y malos, entrañables y absolutamente tiranos. Se manifiestan de múltiples maneras pero a la mayoría, no obstante, se les ve venir. Eso sí, conviene tenerlos vigilados en corto porque si te descuidas te la pueden liar. ¿Has tenido alguna vez que sacar la nota de prensa de una de las empresas participantes en una rueda de prensa, de la carpeta que ibas a dar a los periodistas… delante de éstos? Por no hablar de los que en el último segundo te cambiaron el protocolo, el discurso o incluso todo el sentido del acto informativo que llevabas semanas organizando. Luego se trata de que nadie advierta esos pequeños cambios.
Y ya, más que brujo, hay que ser un genio de los de la botella para traer a España al abogado que está defendiendo a la compañía en el juicio más trascendental del episodio más crítico de su historia, tenerlo delante de toda la prensa y que nadie se entere de quién es. Venía a presentar otra cosa, y no querían preguntas sobre el asunto gordo en cuestión.
En la tradición española, lo que se celebra estos días es la festividad de Todos los Santos. De estos también hay en Comunicación, pues otro año hablaremos de ellos. O bueno, otro día, para no fiarlo tan largo. Ah, ¿y donjuanes y donjuanas? Pues también, también.
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