Cuando escribo este post, aún no se ha jugado el quinto partido del play off final de la Liga ACB. Pero es que prefiero decirlo ahora. Independientemente de si la gana o no, quiero dejar claro que sí me creo este Real Madrid de Baloncesto.
La sección viene de años sin Norte, de cambios de dirección sin sentido, dinero gastado en fichajes y gurús. Y este año redujo presupuesto, se fichó a un entrenador de perfil bajo –esto es, de los que se dedican básicamente a eso, a entrenar- y se intentó sacar partido a la plantilla –buena, por otra parte- que había, y que para otros no servía.
Se ha ganado la Copa del Rey, después de 18 años; se ha llegado a esta final tras cinco años sin olerla, están a horas de jugar el quinto y decisivo partido. Claro que no todo han sido rosas, y por ejemplo en Europa se ha fallado sin paliativos. Se han jugado buenos partidos y otros desde luego no. Se han visto minutos excelentes y algunas profundas lagunas, como la de los últimos cinco minutos del primer partido de esta serie en el Palau. No es el mejor equipo del continente, tampoco será el de España –la plantilla del Regal Barcelona sigue pareciendo superior. Le faltan algunas piezas, por ejemplo un pivot contundente e intimidador –qué bien le hubiera venido Ibaka toda la temporada…
Pero es un Real Madrid reconocible, con el que te identificas. Sabes a qué juega, defensa, correr y tiro exterior. Divierte cuando sale, te exasperas cuando se aloca. Pero tiene un estilo, una línea a seguir. No hay un jugador referencia –como Navarro en el Barça– pero cuenta con varios que pueden resolverte un día, es difícil que en cada partido no salgan dos o tres que tiren del carro, hay alternativas, un Sergio o el otro, Felipe o Velickovic, Carrol o Mirotic… Aportan casi todos, Suárez, Tomic, Pocius, Singler…
La plantilla ha sido consistente, excepto la eventualidad de Rudy y del de los Oklahoma City Thunder –que, insisto, qué diferencia nos hubiera dado bajo los aros. ¿Se acuerdan el tránsito de gente que entraba y salía estos años? Al Estrecho de Messina le traían lo que pedía, luego no lo quería, venían otros, y luego los tiraba como cáscaras de pipa. En dos años que estuvo por aquí, no sabíamos bien quiénes eran los jugadores del Madrid, ni por supuesto a qué jugaban. Las caras en los tiempos muertos eran un retrato –la suya y la de los pobres jugadores que trataban de descifrar qué coño de jugada les estaba explicando. Al menos, eso es lo que nos parecía a los que lo veíamos por la tele. Eso del perfil alto, que algún día me lo explicarán.
A Pablo Laso le han dicho que esto es lo que había, y con ello se ha puesto a trabajar. A defender, a contraatacar, a tirar. Ha costado, pero ha ido saliendo. Se lo han ido creyendo. Nos han hecho creer a los que ya no nos creíamos nada del baloncesto de este club. Puede y deber mejorar el año que viene, tiene margen, pero la apuesta se merece esta confianza. Pase lo que pase esta noche, notable alto para este Real Madrid.