Bien, nos encontramos en pleno estudio de las relaciones con los periodistas. Hasta ahora hemos abordado lo que serían las pautas básicas para llevarnos bien, y por otro lado cómo gestionar la relación cuando las aguas vienen bien turbias o bien turbulentas. Pero sea cual sean la situación y el clima, de concordia o discordia, de calma o de tempestad, hay siempre una serie de actuaciones y comportamientos que debemos evitar a toda costa. Lo que nunca debemos hacer. Lo que nos puede arruinar una entrevista, nos puede deparar un mal rato o resultar en una mala cobertura. O peor, nos puede predisponer en contra a nuestro interlocutor o, más allá, al medio para el que trabaja. Vamos con ellas y, ya sabéis, lagarto lagarto.
– No sugerirle cómo ha de enfocar o elaborar la información. Bajo ningún concepto. Por mucho que nuestra voluntad sea la de colaborar. Ayudémosle, sí, a entender cualquier asunto o realidad compleja, pero él sabe hacer su trabajo, y decide el enfoque, el contenido, de qué fuentes se nutre, qué punto de vista adopta y qué forma le da a su producto informativo. Y pecado mortal espetarle aquello de “mira, el titular que deberías poner sería…”.
– Un vicio muy común es presumir de que sabemos de Periodismo. No vayamos de listillos. Sí, es muy posible que escribieses en la gaceta del colegio, que colabores en el boletín de la comunidad de vecinos, o que cierto día asistieras a la presentación del libro de un amigo. Pero eso no significa, de verdad, que conozcas la profesión, y el que tienes delante, exactamente sí. Así que ahorrémonos ese pavoneo. Si eres físico, ingeniero o militar, a él no se le va a ocurrir decirte que también lo es o lo fue. Salvo excepciones, que por haberlas….
– Te ha hecho una entrevista, acudió a tu rueda de prensa, le enviaste una historia… Bien, pues no llamarle cada dos por tres para preguntarle cuándo va a publicar lo tuyo. El clásico peroestocuandosale? que da título a esta sección. Lógicamente tienes un interés, es normal y él lo entiende. Pero hay formas de inquirir sin resultar insistente y cansino. Si te dijo que el tema le interesa, fíate. Este defecto puede ser más común de las agencias, que a veces viven con esa presión por los resultados. Pero si ellos son los que manejan directamente la relación con los medios, precisamente son los que han de saber cómo proceder, e intentar hacérselo entender a su cliente.
– Del mismo modo, no abrumemos con información irrelevante. El éxito en la Comunicación viene dado a veces por una buena selección de la información que facilitamos. Si pecamos de profusos y recurrentes, podemos encontrarnos con un remake de la historia del pastor y el lobo.
– Un serio peligro para nuestra relación es que el periodista nos vea como alguien que intenta controlar, y en definitiva entorpecer y dificultar su trabajo. Entonces es que nosotros estamos haciéndolo muy mal. Y la próxima vez hará lo posible por evitarnos. Y por lo que más quieras, nunca le pidas, ni por asomo, que te envíe el artículo antes de publicarlo. Si se trata de un publirreportaje, vale, tú lo pagas y mandas, pero eso no es periodismo. Si él se ofrece a enviártelo, cosa rara pero que a veces ha pasado, sé honesto y constructivo en tus comentarios. En realidad estás mitigando su inseguridad, y te lo agradecerá.
– No abusar de su confianza. No es tu amigo, podéis serlo fuera del trabajo, pero mientras estáis en faena, él se debe a su medio y a su audiencia, y tú a la entidad a la que representas. Y precisamente, equivocar el contexto y no captar el matiz suele terminar rompiendo amistades. No le puedes pedir cualquier cosa amparándote en nada.
– Del mismo modo, y por la misma razón, él no puede abusar de la tuya. Ojo con la información confidencial. El off the record, o la licencia para contar algo sin riesgo de revelación, ya es historia. Todavía hay gente seria que lo respeta, es verdad, pero por defecto nos valdrá más la pena pensar que no.
Luego, hay otras muchas cosas, estrategias, artes y técnicas que sí podemos y hasta debemos practicar, nos enriquecerán y reforzarán nuestra profesionalidad y credibilidad. Pero estas, nunca jamás.
Hola, Enrique. Sobre el off the record, prefiero plantearlo a periodistas experimentados y de manera individual. Nunca a un grupo de periodistas simultáneamente, puesto que suele ser la situación más propicia para que se rompa.