El 13 de diciembre la cartelera santoral programa Santa Lucía, instaurada en España como patrona de los Ciegos. Me temo que se refiere únicamente a aquellos que padecen discapacidad visual. Al adjetivo sustantivizado, no al calificativo. No se incluyen por lo tanto otros tipos de cegueras, menos técnicas y tangibles. Pero ciertas y que no merecen ser olvidadas. Y a las que merecería dedicar su justo espacio. Ciegos pueden ser el amor, la pasión, la fe en algo o alguien, la confianza y la solidaridad, pero también la ambición, el odio, la avaricia o el ansia de poder. La palabra “ciego” ha trascendido a su puro significado físico para adoptar otras acepciones, todas ellas relacionadas, eso sí, con la falta o la merma de visión. Las noticias de hoy, como las de cualquier día, nos hablan de diferentes y más o menos patentes casos de invidencia. El que se siente apesadumbrado porque estimen su conducta “poco ejemplar”, los que aclaman al héroe sonriente que se apresta a declarar ante el juez, los que se resisten a dejar de sacarnos los ojos o el que proclama “mi nombre está en la historia al lado del de Miguel Muñoz”. En este caso, ciego el que lo dice y los que se lo creen a pies juntillas. La ceguera puede ser omnipresente en nuestras vidas, y sus efectos inusitados. Los hay que no necesitan lentes, sino prismáticos para mirar a su alrededor. Luego están los que hacen ejercicio intencionado de su pretendida limitación visual, estos también se llaman cínicos. Ojos que no ven, corazón que no siente, ni riñón, ni vísceras, ni cartera ni cuenta corriente. ¿Hay gafas de ciego Ray Ban? A la Justicia la pintan con los ojos vendados, y qué cierto es que tantas veces quien la representa es incapaz de ver un pijo. Con todo, tampoco debe ser casualidad que Santa Lucía se celebre a las puertas de Navidad. Época de grandes ciegos, sin duda.
Y claro decia de forma acertada el sabio refranero español no hay mayor ciego que el que no quiere ver. Preparados para un año «indignado» de manera continua.
También lo ponen a las puertas de Navidad porque es justo ahora cuando la gente empieza a ponerse ciega de lo que se va a meter entre comidas y cenas.