Septiembre en bucle

El calor húmedo, la desidia, nulas ganas de arrancar… Nunca fue un mes bien recibido.

Ni mi mejor mes.

Septiembre no es mi gran época, lo sé y lo asumo.

Nunca estoy deseando que llegue. Tampoco en realidad que se marche.

Simplemente, no siento ni padezco. No reacciono.

Miras atrás y maldices, ves el camino delante y sinceramente no quieres…

No sabes si irte o quedarte

en este infumable bucle.

Septiembre nunca llega bien.

Ni mucho menos mi mejor mes.

Los tópicos, temporadas nuevas que repiten la anterior,

gotas frías, sudor pegajoso.

La vuelta a la anormal normalidad, los propósitos que sabes que no vas a cumplir.

Los primeros días de lluvia que todo lo alteran

y cambian el orden.

Las fechas marcadas que antes del verano quedaban lejos y ahora, inexorables, ya están aquí.

Y a veces, insospechadamente, las fechas que sé que se van a quedar.

Conmigo para siempre.

Septiembre me ha dejado heridas.

Para nada mi mejor mes.

Cielos vaporosos y tardes que transcurren con vaga melancolía.

Aparentemente mansas, y sin embargo esconden trampas.

A la vuelta de un viaje

o de una llamada traicionera.

Aniversarios que son de todos o son de cada uno.

El 11S ya existía en mi calendario

y habrían de venir más torres y gigantes

a la zona cero de mi memoria.

Septiembre no me deja indiferente.

No puede ser mi mejor mes.

En el tiempo de las exageraciones,

sequías e inundaciones, terremotos y tormentas, declaraciones y reacciones,

superlativos en progresión absurda,

también este septiembre es exagerado.

Desmedido en su espesura.

También en el recuerdo y la tristeza.

Como si no quisiera, como si nada hiciera,

septiembre se me lleva trozos de vida.

Nunca será mi mejor mes.

El calor húmedo, la desidia, nulas ganas de arrancar…

Foto: petahmayer

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