Hubo un tiempo que me dio por hacer fotos inclinadas, y esta fue la primera. No fue sencillo-abajo se puede ver el making off-, pero el resultado gustó. A las retratadas les encantó, y espero que no les importe que las traiga ahora aquí. Y a mí me inspiró. Me dio motivos para intentarlo más veces.
¿Qué buscaba con estas fotos pretendidamente singulares? Pues quizás salirme de la normalidad, seguramente disimular que como fotógrafo desde luego no daba para ganarme la vida, y al tiempo darle un toque personal. Pero quién sabe si también encontrar ángulos nuevos desde los que descubrir cosas. Cuando cambia la perspectiva, a veces se puede obtener una visión de la realidad completamente diferente, incluso reveladora. Claro que ello es aplicable a muchos órdenes de la vida. Pero cuando se trata de imágenes, a lo mejor esa toma, digamos no convencional, permitiría captar lo que de otra forma ni se pudiera imaginar. Vistas nuevas, originales, detalles que dieran un significado distinto a la escena.
El caso es que durante largo tiempo practiqué esa forma de reflejar lo que veía -no le llamemos técnica, que evidentemente no lo es. Y no sólo fueron retratos. También paisajes desde una nueva óptica, vistos de una forma, ya digo, personal: acantilados que yo creía que se acercaban más al infinito, rascacielos -los de Nueva York principalmente- que parecían retorcerse en ambiciones imposibles. Cielos que parecían caerse o fundirse en la cotidiana urbanidad.
Hubo, sí, viajes en los que sólo hice fotos de este estilo, y hubo quien me llegó a criticar que estaban desenfocadas. No, era yo el desenfocado. Que me salían torcidas. Qué va, yo sí debía andar torcido.
Pero esta fue la primera. En un puente que no es cualquiera. De una ciudad que tampoco, ni mucho menos, lo es. Naturalmente, hoy no he podido evitar acordarme de ella. De la foto, de lo que significó. Del lugar, por el que tantos hemos pasado y pasaron ayer. De los tiempos, que seguramente ya entonces nos parecían inclinados, pero no tanto como estos. De lo felices que fuimos y aún, a pesar de todo, queremos ser.
A lo mejor era eso, que en la inclinación buscábamos, simplemente, algo más de felicidad. Y no dejaremos…