Si hoy decimos Periodista en Internet, hablamos de muy diversas modalidades de contar, transmitir y opinar en la Red, que al final tienen como denominador común una condición: ser periodista.
Ciertamente, y modelos de negocio aparte, la función de un profesional de los medios y de la comunicación no ha variado tan sustancialmente, la esencia de su trabajo es el mismo. Han cambiado las formas, los soportes, los instrumentos, en ciertos modos el estilo, y muy especialmente los tiempos y las posibilidades de alcance. Pero los buenos siguen siendo buenos y los malos no digamos, los problemas y retos de la profesión no hacen sino reproducirse en el nuevo escenario, las buenas y malas prácticas, las virtudes y los vicios, tienden a ser más o menos los mismos, las presiones – las empresariales por encima de las demás- siguen a la orden del día.
Es verdad que Internet vino a brindar la posibilidad de que cada uno se fabrique su propio medio, y que hace unos años –ya bastantes, por cierto- el universo de la blogosfera se nos presentó con muy prometedoras alternativas, sobre todo en términos de independencia y originalidad. Y es cierto que ha servido para generar algunas excelentes iniciativas, es verdad que algunos nuevos contenidos demuestran que el viaje ha merecido la pena. Pero si hablamos de un periodista que trata de ganarse la vida con su elegida y adorada profesión, al final estamos en lo mismo. La independencia sigue igual de cara, las expectativas profesionales han evolucionado en cierto modo, pero en muchos casos a peor. En su momento hubo mucho trabajo, sí, y luego de súbito mucho paro otra vez.
Pero si hace 20 años hablábamos de periodistas en Internet, ahí nos estábamos refiriendo a otra cosa. Porque entonces no era cuestión de denominador común. Internet era un fin en sí mismo, no tenía todas las caras y formas que hoy le vemos. Era “el Internet”, un planeta nuevo que la gente normal acabábamos de descubrir y tratábamos de discernir si se podría vivir ahí y qué se podía hacer. Y el periodismo era el de siempre, sí, pero lanzarse a este nuevo medio suponía una aventura. Todavía no se trataba de ejercer el trabajo en un nuevo soporte y adaptando ciertas prácticas, sino de fundar un nuevo concepto, pareciera casi una nueva profesión, que se antojaba más cerca de del programador o del ingeniero de telecomunicaciones que del plumilla de toda la vida.
Es que así era la vida en aquellos años. Costaba hacerlo y sobre todo costaba venderlo. Aparte de que los grandes medios ya crearan sus primeras y precarias ediciones digitales, lanzarse a un nuevo proyecto periodístico por y para la Red era una empresa de titanes. De entrada, había que convencer a mucha gente, si tenemos en cuenta que la población mundial de internautas no superaba los 40 millones, y en España no llegaríamos al medio millón. Tengamos en cuenta que hasta hace bien poco –y aún hoy hay quien- apenas se valoraba una noticia online en relación con una artículo impreso. El “pero qué me está contando usted…” debió ser una reacción bastante habitual.
Además, con las posibilidades tecnológicas de entonces, las páginas no podían ser bonitas, los textos se leían con dificultad, había que incluir pocos elementos si se quería que la página se cargara y apareciera en la pantalla con una defendible velocidad. Baste ver, si no lo recordamos, cómo eran las páginas web de algunas reconocidas firmas que ya habían dado el salto. Y se suponía que eran las que tenían más medios y recursos para hacerlo mejor.
Por otro lado las dudas, presentes siempre que se entra en un terreno desconocido. ¿Qué contamos, qué puede ser diferente, qué podemos aportar que sólo se pueda ofrecer por este medio? Hoy nos puede parecer fácil responder a estas preguntas, y si embargo la realidad nos demuestra día a día que sigue siendo muy difícil. Pues imagínense en aquel entonces. Era como navegar en el desierto sin gps. Y luego, ¿cómo llenar aquello de publicidad? Porque está muy bien ser un pionero, pero había que seguir viviendo. Aquellos periodistas del Internet sabían que podían pegársela y de hecho se la pegaron no pocas veces. Pero nunca les faltó el ánimo ni los arrestos para levantarse e intentarlo otra vez.
La verdad es que hubo varios intrépidos en este país que lo intentaron y hasta salieron adelante. A todos ellos tenemos que agradecerles primero su audacia, y después lo que nos hicieron aprender. Hoy recordamos a uno de ellos. Ángel Cortés, fundador en 1995 de Noticias.com, uno de los primeros medios exclusivamente para Internet, al que consiguió hacer un sitio y convertirlo en referencia entre los medios de información tecnológica, y no sólo en aquel incipiente universo online. Después lanzó y estuvo en muchos proyectos, y desde luego, por lo que vi, ilusión nunca le faltó. Fue sin duda un valiente, un verdadero Periodista del Internet.