Ni Santos ni Inocentes

Ni santos ni inocentesHace años, una directora de colegio llamó a los padres de los alumnos un 28 de diciembre para comunicarles que el recibo mensual subía 2.000 pesetas a partir de enero. Era verdad. Por aquel entonces los diarios publicaban ese señalado día una noticia falsa, que a veces había que descubrir. La inocentada no consistía en quién contara el mayor disparate, sino en quién lo camuflara mejor entre la oferta informativa del día. Por lo tanto esas “noticias” debían estar bien construidas, llevar visos de una extraña verosimilitud, contar con antecedentes que pudieran hacerlo posible, testimonios que de alguna manera pudiera entenderse que lo acreditaban. Pero nunca ser verdad.

Por entonces los Santos Inocentes no eran todavía una novela maestra de Delibes y posterior peliculón de Mario Camus, sino solamente un día muy celebrado y ciertamente esperado por algunos. Había que estar pendiente porque a la mínima te la colaban. Te “estafaban” unos durillos, te derramaban un calamar crudo en el pantalón que simulaba un moco colgante, o te colgaban el clásico monigote y con él puesto recorrías el barrio tan campante. Por no hablar de las historietas que se montaban y nos montábamos algunos, a cuál más loca o más sofisticada.

Y en efecto, había que tener cuidado de no creerse ciertas noticias en la prensa, la radio y en la mejor televisión de España. Que los Beatles se reunían cinco años después de haberse separado, que La Cibeles la estaban embalando para llevársela a México, que la UEFA mandaba repetir el España-Malta del 12-1… Y luego había otras que no te las creías y resultaban ser verdad.

Hace tiempo que los diarios ya no dan inocentadas los 28 de diciembre. Y que tampoco se gastan bromas por la calle. Quizás porque no estamos para ellas, porque alguno podría reaccionar muy mal, y a lo mejor porque la propia realidad ha terminado por superar cualquier ficción. Alguien debió decidir un día que ya teníamos bastantes sobresaltos en la actualidad como para encima procurarnos más estrés innecesario. A día de hoy, muchas de las informaciones que nos llegan a lo largo de todo el año pudieran haber pasado por inocentadas en otro tiempo. Y sin embargo no se nos ocurre ponerlas en duda. A estas alturas, ya cualquier cosa nos parece verdad porque en definitiva lo es. Y si acaso, la duda es cuánta más verdad nos queda por saber.

Imagínate, por ejemplo, que hoy no fuera 27 sino 28, toma cualquiera de las portadas de hoy y busca la noticia chusca. La encuentras seguro, con la diferencia de que esta vez nadie está intentando gastarnos una broma. El otro día hubo quien llegó a creerse que no saldría el Gordo de Navidad. Esa hubiera sido buena. Pero nos lo habrían explicado y a lo mejor hasta nos habríamos quedado tan tranquilos. Hemos perdido la capacidad de sorpresa, todo nos parece tan normal. Es que ya no somos santos… ni inocentes.

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