Messi, récord y Acción de Gracias

Messi foto Efe

Transcurrida alguna semana más de lo esperado, y después de que un tontuno presidente de la Liga pretendiera convertirlo el asunto en un cisma, por fin Leo Messi se erigió en el máximo goleador de la historia de nuestra máxima competición, superando a Zarra. Y no hizo falta parar el partido ni cumplir protocolos exagerados, el contexto de una goleada plácida a un timorato Sevilla permitió el espontáneo manteo de los compañeros y que la afición le rindiera el merecido respeto. Como estaban en casa, al término del encuentro ya sí hubo espacio para la celebración programada. Un vídeo, dedicatorias de la plantilla y el staff técnico, otro manteo por allá y un pasillo por aquí. Hasta que el divo pareció cansarse de tan florido homenaje y le entró prisa por irse. No le costaba nada, y hubiera quedado fenomenal, concederle un minuto al reportero del Plus a pie de campo que le tendía el micro. Pero le pasó por encima, le desbordó en carrera como a un desvalido defensa, y tomó la directa hacia el túnel.

Ese acto final a propósito del récord pareció como una ofrenda de Acción de Gracias al astro argentino. Ahora que entramos en la semana en que Estados Unidos se para a reunirse en familia y comerse su pavo bien cargado de triptófano para que procure buen rollo, y con ese impulso salir a arrasar las tiendas en su Viernes Negro, tradición que poco a poco se va viniendo a este lado del Atlántico. Digamos que el FC Barcelona quiso prepararle su Thanks Giving a su héroe, al futbolista que posiblemente más le haya dado en sus 114 años de historia. Y que últimamente hacía muecas raras. Y que esa misma semana había dejado caer –y la prensa ya se había encargado de sobredimensionar el comentario- que a lo mejor no su matrimonio con Can Barça no iba a ser para siempre. Ya que no triptófano, una buena dosis de jabón al ídolo, al jugadorazo que fue, es y quieren que siga siendo allí y en ningún otro sitio. Y no sé si al final el bueno de Leo se percató de la jugada, o es que le entraron repentinas ganas de ir al baño.

Quede claro que Leo Messi es, de lejos, el mejor futbolista que ha dado lo que llevamos de siglo XXI. Eso por más que se esfuercen –y el propio interesado se esfuerce- en exaltar los registros y el exuberante momento de Cristiano Ronaldo. Y por más filfas, FIFAs y balones de oro que otorguen y repartan. Si es el mejor también contando el siglo anterior, ya es cuestión de opiniones y gustos, comparaciones y estadísticas por lo general inútiles. Uno, que reconoce que no lo ha visto todo, sí puede decir que no ha visto a otro jugador hacer tantas cosas maravillosas en un campo de fútbol, tantas veces, en tantos partidos y tantas temporadas seguidas. Vale que el tiempo no perdona y el desgaste menos, y ya difícilmente va a poder repetir proezas como aquella en La Romareda, cuando corrió medio campo para atrás para recuperar un balón y se lo volvió a correr para adelante sorteando rivales como si fueran plumas para terminar depositando el balón en la red como el que deja una copa de vino en la mesa.

En los nuevos tiempos, cuando las cosas ya no son tan fáciles ni la vida tan ingenuamente feliz, la asignatura actual de Messi es saber evolucionar con su físico, explotar su arsenal de recursos técnicos y su sabiduría para dejar perlas como las que, sin ir más lejos, regaló anoche. Que tenga claro que, por más que consiga –además de lo que ya lleva en la mochila-, en Argentina nunca le van a elevar al altar de Maradona. Pero en Barcelona nadie va a usurpar el suyo. Por eso no soportarían, no quieren ni imaginarse ver a Leo con otra camiseta –roja, amarilla o verde, no hace falta ni mentar la blanca. Y si tuerce el gesto, si hace un puchero, en el Camp Nou se desviven por hacerle carantoñas para verle alegrar esa carita. Entonces ayer, con la excusa del récord, quisieron hacerle una sincera y sentida Acción de Gracias. Pero como en aquella canción, él, en medio de la celebración, decidió irse. De la celebración, digo. No se preocupen, casi todo se puede arreglar con dinero. Con un poco más, es decir.

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