El maestro Jacinto lo ha dicho mejor que nadie: “Josef de Veuster es el Padre Damián de Molokai que se fue a Hawai a “catequizar” y acabó el resto de su vida cuidando leprosos en la isla de Molokai hasta que se murió, de lepra claro”. En efecto, le llamaron el leproso voluntario, ya que se dedicó a ayudar y a vivir con estos enfermos sin tomar la menor precaución, consciente de que tarde o temprano él iba a caer. A mi modo de ver, por su humanidad y su obra podría considerársele un precursor de Vicente Ferrer o de Teresa de Calcuta, o sea que me atrevo a elucubrar que si hubiera vivido hoy la Iglesia Oficial le habría ninguneado. Que más que con este Josef, la jerarquía eclesiástica de hoy se identificaría con su hermano Jorge, que se burlaba de él y le decía que mejor dedicarse a ganar dinero que a ganar almas.
El caso es que sus compatriotas han elegido al Padre Damián el belga más grande de la historia. Por delante de Eddy Merckx, de Pedro Pablo Rubens e incluso de Salvatore Adamo o Jacques Brel. La foto que mostrábamos al plantear esta pesquisa era de Ostende, donde se puede visitar el Mercator, un navío de tres mástiles que fue el que repatrió su cuerpo, si bien el puerto al que arribó no fue el de esta ciudad sino el de Amberes. Ya decía que no iba a ser esa imagen la pista más reveladora que os tendía.
Más lo era si acaso la otra. En Madrid tiene una calle el Padre Damián, en la zona Norte, que sube paralela al Paseo de la Castellana y es conocida por ser punto de paso y de encuentro para ejecutivos y gente más bien pudiente, a razón de sus restaurantes, tiendas y centros de negocio. Se ve que no pudieron o no supieron elegir otra más apropiada que dedicarle. Y para más señas, tal calle es la que recorre el ala Este del estadio Santiago Bernabéu, la considerada fachada trasera, pero que alberga la célebre Puerta 57, que ahora además da nombre a un poderoso restaurante-asador.
Pero Jacinto no ha necesitado tomar en consideración estas pistas. Nuestro único participante esta vez ha tirado por el camino recto y al grano porque lo sabía bien, y lo ha clavado realmente a la primera, si bien le pedimos afinar para que esta historia quedara más redonda. Con gusto le invitaremos a una cerveza, belga por supuesto. Me gustaría una Rodenbach, Tongello o Karmeliet, pero aquí tendrá que ser Grimbergen, Stella Artois… y siempre nos quedará una Duvel. Menos borrosa que esta, seo sí.
Gracias. acepto la Duvel.
La verdad es que la pista del madridismo fue la clave, asociada a la historia del padre Damián de Molokai que me comtaba mi madre cuando era pequeño. Y a los libros sobre él que había en casa y que de vez en cuando ojeaba. Si sabías que era belga, el resto era fàcil. Y además la calle me es muy familiar…