Sin ira (y con humor)

Sí, hay libertad. Pero también mucha ira. Durante la transición, además de cantar y oír hasta la saciedad la canción de Jarcha (cuyo compositor, por cierto, acaba de fallecer), hablábamos mucho de política y además hacíamos muchos chistes. De unos y de otros y de los de más allá. Ahora hay que andarse con cuidado, porque hay gente que se ofende. Y no voy por donde Alfonso Guerra, que una vez más equivoca el foco. En privado, con los tuyos, puedes contar chistes de lo que te dé la gana, pero en público, ante una audiencia a la que no conoces, conviene ahorrarse los que suenen despectivos hacia determinadas personas. Pero yo hablo de chistes políticos. Esos no tienen por qué guardar ningún tipo de forma ni recato, porque los colectivos a los que van referidos -los políticos de cualquier signo- lo llevan en su sueldo. Y sin embargo, los hay que escuchan chascarrillos sobre Sánchez, Feijóo, Abascal, Ayuso, etc… y se sienten heridos como si fueran contra su propia persona o su familia. Así de tontainas somos.

En la última celebración del aniversario de la Constitución, como en todos los actos políticos de estos últimos meses, ha habido muy poco chiste y casi ninguna gracia. Y sí mucha ira. La de los que no digieren no haber sido capaces de gobernar, la de los que hablan de levantar muros en tiempos en los que deberíamos hacer por derribarlos y la de los que ni han hecho acto de presencia. La de los que han celebrado la Constitución por su cuenta, como si fuera suya. Entonces, echo de menos aquella transición y los años posteriores, cuando sabíamos reírnos de unos y de otros, de los nuestros y de los suyos y, en fin, de nosotros mismos. Como me resisto a perder ese sentido del humor, voy a hacer acopio de algunos hechos de nuestra actualidad que bien me hacen gracia o directamente me desternillo. Risa de la sana y sin mala baba. Y si a alguien le ofenden, yo no tengo la culpa de su disfunción temperamental. Allá voy:

Cuando oigo a Alberto Núñez Feijóo decir que él ha renunciado a gobernar (más que carcajearme, me duele la tripa de la risa).

Los dirigentes despechados de Podemos que todavía se creen relevantes en la izquierda española.

Pedro Sánchez cuando dice que la amnistía hará de España “un país más cohesionado, con más convivencia y más unido que nunca” (sí, ya se ve).

Ver a los señoros que protestan en Ferraz, bandera con aguilucho y rosario en ristre, clamar por la libertad en este país. Con ira, eso sí.

Las caritas que pone Isabel Díaz Ayuso cuando asiste en persona a los discursos y declaraciones del presidente de su partido.

Los presidentes autonómicos que critican la condonación de deuda mientras se frotan las manos preparando la minuta.

Alfonso Guerra cuando dice que él no ha cambiado (qué bárbaro y qué mala perspectiva suele tener uno de sí mismo, pecado en el que me incluyo).

El diario El Mundo celebrando el Día de la Constitución con una entrevista al expresidente José María Aznar.

Las fotos del expresidente José María Aznar en la citada entrevista (se diría evolucionando entre los episodios II y III de Star Wars)

Felipe González cuando dice en las entrevistas que él es ya un jarrón chino. Y efectivamente, ejerce.

En general (la lista es larga) todos los que dicen que España hoy es una dictadura.

Los ciudadanos que lo oyen y se creen a pies juntillas que en España tenemos una dictadura.

Los que afean a Pedro Sánchez haber soliviantado a Israel, pero no dicen ni mu del presidente de la ONU, de Biden

Núñez-Feijóo en las celebraciones del Día de la Constitución, diciendo que “hoy no hay Constitución”.

Los dirigentes del PP (con su presidente a la cabeza), defendiendo la “igualdad entre todos los españoles” (¡!!!).

Los artículos que últimamente escribe Juan Luis Cebrián en El País.

Leer ahora a Jon Rahm cuando decía que “yo no he jugado nunca por dinero, sino por amor a este deporte”.

Los presidentes de los bancos y las energéticas presentando beneficios récord, pero quejándose amargamente de lo que han perdido (dejado de ganar) con el impuesto.

Los voceros que expresan su profundo dolor y preocupación por el ‘enorme perjuicio’ que el impuesto está causando a los bancos y a las energéticas.

Pedro Sánchez cuando se equivoca y habla de la ‘separación de problemas’ (ya quisiera).

Que Grande-Marlaska siga como ministro de Interior.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, siempre que se pone a hablar de política nacional.

Pablo Iglesias, feliz porque “ahora podré ver a mi partido en el Congreso”.

El líder del PSOE en Madrid, Juan Lobato, que cada vez se parece más al tigre del vídeo clip ‘Roar’ de Katy Perry. Claro, ya saben quién es Katy Perry.

Los ‘cambios de impresiones’ entre Gabriel Rufián y Luis Figo.

Los monárquicos inquebrantables que en privado se refieren al Rey como Felpudo VI y en lo más íntimo no soportan, y si pudieran evitarían, que le vaya a suceder una reina.

Aitor Esteban, siempre. De lejos, el mejor orador que tenemos hoy en el Parlamento.

Todo esto, ya digo, sin ira y espero que no hayan molestado. Pero si ese es el caso, allá cada uno con su problema.

(Foto: 263582)

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