Miljan Miljanic, entrenador de sombra larga

Miljan Miljanic, Santillana y Roberto Martínez 

Aunque las biografías digan que nació en una ciudad de la actual Macedonia, el Señor Миљан Миљанић era montenegrino de familia y raza. Desde que conozco a esta buena gente, se me ha antojado que deben ser, con perdón, como los gallegos de los Balcanes. Y Miljan Miljanic –ahora ya en caracteres latinos- siempre fue un tío diplomático, que sorteaba hábilmente los charcos, la sonrisa permanente y la cara de niño pillo. Pero a nadie le cabía duda de su firmeza y su determinación. Entrenó a aquella formidable Yugoslavia que hizo un fenomenal papel en el Mundial 74, con Oblak, Surjak, Bajevic, Dzajic… y sí, Katakinski, el que nos había dejado en casa privándonos además de jugar el partido inaugural contra Brasil. Entonces, Santiago Bernabéu se lo compró para el Madrid, el primer entrenador extranjero en mucho tiempo, después de los 17 años de Miguel Muñoz y unos meses interinos de Luis Molowny.

Se recuerda estos días que Miljanic innovó, se trajo un preparador físico, Radisic, desterró por fin el arcaico 3-2-5 con el que seguíamos en España e introdujo el 4-3-3. Pero pocos recuerdan –y algunos ni saben- que su modelo y devoción era el fútbol inglés. Se trajo extremos para hacerlos jugar de laterales –Uría, Rubiñán…-, se armó de gente que fuera bien por alto –fichó a Roberto Martínez, rescató a Santillana, estaba Pirri. Para poner buenos balones ya contaba con Amancio, Aguilar, Netzer, Velázquez… Le ficharon a Breitner, ilustre “3” del Bayern Munich y de la selección alemana, campeón de Europa y del Mundo, lo convirtió en “8” y a partir de su etapa madridista surgiría y crecería el Breitner comandante en jefe que conoceríamos después. De la casa, consolidó a Camacho, que había subido al primer equipo a finales de la campaña anterior; ya digo que a Carlos Alonso González le contaban más cerca de éste que de su nombre de guerra por aquello del riñón que le faltaba, pero para la nueva manera de entender el fútbol, su testa y su pasión eran fundamentales; y vio a Del Bosque, un proyecto de “11” que pululaba de cesión en cesión, y decidió anclarlo en la primera plantilla, centraba bien, buena técnica, y además tenía condiciones para el juego aéreo, pero ya para siempre jugaría de “6” en el Madrid. De la cantera subió y dio cancha a gente como Vitoria, Macanás, San José

Con Santiago BernabéuEn su primera temporada ganó la Liga con 12 puntos de ventaja, y a continuación logró el doblete. Camacho secó a Cruyff en su segunda campaña en España, un año después del 0-5; los dos arietes de la foto se hincharon a meter goles –uno iba al remate y el otro al rechace, indistintamente; Pirri y Del Bosque se alternaban en la posición de líbero; los dos alemanes funcionaron a discreción; los laterales subían y subían, y todos buscaban banda y centraban y centraban; en la imponente final de Copa ante aquel magnífico Atleti de la Intercontinental, que injustamente terminó 0-0 cuando debió haber sido un 3-3 por lo menos, Miguel Ángel anduvo más ágil y listo que papá Reina en los penaltis.

Pero fútbol inglés y resultados aparte, los montenegrinos son gente de carácter, y así fue su Madrid. Se recuerda la histórica remontada frente al Derby County, posiblemente su noche más gloriosa en el Bernabéu, ya en su segunda temporada y en la Copa de Europa. Se dice que fue la que inició la tradición, y sin embargo había ya un antecedente en la temporada anterior. Después de haber sentenciado su primera Liga a cinco jornadas del final, el equipo sesteó, arreciaron las críticas, se contaba que los jugadores estaban cansados y querían vacaciones. Un 4-0 en la ida de cuartos de la Copa contra Las Palmas en el Insular fue el detonante. Y se enfadaron. Una semana después, tremendo minuto de silencio bajo escalofriantes relámpagos rasgando el cielo de la Castellana, respetos al canario Tonono y al ministro Herrero Tejedor. Un frío, todavía empapado primer tiempo, solitario gol de Roberto Martínez; el akelarre en el segundo, tres de Santillana y otro de Pirri. Desde ahí tomaron la directa hacia el mencionado doblete.

Y sí, lo del Derby County fue antológico. Aunque parezca que el nombre no dice mucho, era el campeón inglés, justo un año antes de que los equipos de allí se hicieran dueños de la máxima competición europea. Dicen que en los quince días que trascurrieron entre el 4-1 de allí y el 5-1 de aquí, el entrenador se encargó de preparar el ambiente, y en efecto sentó las bases de lo que con los años se convertiría en el ritual de las remontadas. De hecho, los jefes de éstas, los que urdían el conjuro, ya estaban ahí, aprendieron y luego ejercieron.

La noche del Debry County, Santillana el 3-0Cuidado que después cayó en suerte ni más ni menos que el Borussia Moenchendgladbach, el coco y gran favorito aquel año. Hablamos de tiempos en los que nuestro fútbol andaba muy precario, a nivel de clubs y de selección, y en teoría poco tenía que hacer ese Madrid campeón en España frente a a la máquina de los Vogts, Bonhof, Simonsen, Heynckes… a los 30 minutos en Düsseldorf ya iban 2-0 y podían haber caído dos o tres más. Y a base de genio, pundonor, orgullo y buenas dosis de suerte –todo que hay que decirlo- se empató a dos, y luego en Madrid a uno. Llegar a semifinales en aquella época era una proeza. Pero si se había eliminado al Borussia, el mejor de Alemania, allí esperaba el Bayern, el mejor de Europa, y entiéndaseme la paradoja: uno ganaba las ligas y el otro las orejudas. Y ya no hubo milagros que valieran. Hubo el Loco del Bernabéu, la nariz rota de Roberto contra Maier, la expulsión de Amancio y Torpedo Müller, que nos aniquiló en tres impactos: uno en Chamartín en el que birló hasta al cámara de TVE; dos en el Olímpico, inapelables.

En ese segundo año se volvió a ganar la Liga, tras reñido mano a mano con el Atlético del joven Luis Aragonés, con Pereira, Leivinha, Leal, Rubén Cano… que sería el campeón de la siguiente. Y es que el tercer año fue un auténtico desastre para el Madrid, novenos en la Liga, eliminados por el Brujas en octavos, a primeras de cambio en la Copa, fuera de Europa. Había que refrescar el equipo aunque se mantuvo la estructura, se fichó a Juanito, Wolf y Stielike… Se perdió el primer partido de la 77-78 en Salamanca y Bernabéu le cesó. Dicen que los dos lloraron en aquella triste reunión en el despacho de don Santiago. Quedó Molowny al mando, se ganó esa liga. Y se ganó la siguiente. Llegó otro yugoslavo de prestigio, Vujadin Boskov, que alardeaba de que su libreto no era el inglés sino el holandés, más moderno. Y sí introdujo novedades, pero el armazón fue esencialmente el mismo, y cuando las cosas estaban apuradas, el recurso seguiría siendo el de siempre: balones buscando la cabeza de Santillana, que además solía aparecer.

Por todo esto digo que, habiendo estado poco más de tres años en el cargo, Miljan Miljanic ha sido un entrenador de sombra muy larga en la Casa Blanca. Con mucha influencia en el estilo, con lecciones que han perdurado. Y gente que sabe muy bien lo que le debe, por aquí han salido varios nombres. No tengo duda de que son agradecidos y estos días no pueden menos de sentir que algo de ellos se ha ido con él. El pobre ya no se acordaba de nada de todo esto, pero veo que algunos sin estar enfermos tampoco, o simplemente es que no lo han vivido. Que parece que eso de que el Madrid lucha y no se rinde es un invento de ahora. Y yo digo que aquellas, y no otras, eran verdaderas razones para que diera gusto ser del Real Madrid. Y también perduran. A pesar de todo.

P.D. ¿Y de los clásicos no he hablado? Miren, nada más clásico que esto.

4 Comentarios

  1. después de todo el finde con fiebre leerme esta enciclopedia de fútbol es mucha tela…….. solo me quedo con lo que vi del tio este en la tele ayer…. delante del Bernabeu de los Cojons…. «vengo a trabajar mucho en el primer equipo pero en todos los demás también ya que la cantera es lo más importante…..» no le hicieron ni caso….

      1. no disentimos…. es que yo no me se la historia y tienes razón….. no se acuerdan de él ahora, mejor dicho……

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