¿Y qué ha sido ETA?

Ni ejército ni organización ni movimiento ni revolucionario ni liberador. A lo más que llegaron fue a banda terrorista, pero desde hace más de 20 años ya no eran sino una cutre cuadrilla de pistoleros. Eso sí, siempre pendencieros, crueles, desalmados y muy cobardes. Asesinos sin adorno y sin una idea cabal que presidiera sus malvados actos y hasta sin el menor resquicio de cultura, baste con repasar cualquiera de sus ininteligibles y surrealistas comunicados de los últimos años. No les cabe ninguna altura de miras, por eso no era de esperar que se retirasen de otra manera. No podía esperarse que pidieran perdón ni gesto de grandeza alguna. Antes que reconocer que han perdido la partida, prefieren agachar la cabeza, y sin mirarte a los ojos decir “ya no juego”. Da igual, ya son historia.

Sí llegaron a ser algo muy serio en los 70. El de Carrero Blanco fue el atentado que les presentó ante el mundo con sonoridad criminal, el más sofisticado que jamás llegaron a hacer, y sin embargo era un objetivo tan fácil, como se supo luego. Sí tenían gente, bastante, mucha, organización y hasta algún ideólogo. Pero se beneficiaban de que el Gobierno francés les dejaba campar a sus anchas. Y tenían dinero a expuertas, muy bien lo saben quienes se lo entregaban a cambio de vivir muy tranquilos y hasta presumir de poder pasear sin escoltas. Aún así, el grueso de sus “operaciones militares” eran soeces, por la espalda, objetivos fáciles, tiros en la nuca, secuestros “a huevo”. Entre 1978 y 1980 se sucedían los muertos día sí y día no, ni siquiera eran ya portada de los diarios por lo insoportablemente rutinario de la noticia. Cometían el atentado, cruzaban la frontera y a vivir. Así se puede ser terrorista.

Cuando Mitterrand entra en razón y les cierra el coto, empieza su declive y sus dirigentes y comandos empiezan a caer como moscas. Sus cúpulas pasaban de durar años a meses. Desde entonces ha sido una lenta pero implacable agonía durante la que, eso sí, han seguido haciendo mucho daño. Mucho. Han tenido sus breves repuntes, algunos muy tristemente sonados. Han seguido alimentándose de empresarios atemorizados unos, pero otros tan cobardes y tan sin escrúpulos como ellos; de partidos mezquinamente indefinidos en Euzkadi; de broncas políticas insensatas en Madrid. Y empezaron a funcionar como las camorras que siembran el caciquismo invisible y la mirada ladina en esos nublosos pueblos, amparados en la ignorancia y en el miedo no confesado. Pero sus acciones eran cada vez más rastreras, mataban sin la menor estrategia, cuando podían y a quien podían. Desde un cocinero del ejército hasta políticos trágicamente confiados de que con sus ideas a ellos no les iban a hacer nada. Concejales de pueblo, funcionarios de a pie, y siempre policías y guardias civiles en el disparadero, como conejos. Y las bombas, llegué a reconocerlas perfectamente, el estertor del gamonal se me hizo siniestramente familiar durante algunos años aquí en Madrid.

Tenían que perder y al final lo han hecho, tarde eso sí, su derrota era un hecho hace años y desde el 20 de octubre de 2011 ya es oficial. Se van como lo que son, que nadie espere que aparezcan de rodillas y pidiendo perdón porque, aunque eso fuera factible y creíble en este tipo de conflictos, estos individuos no tendrían alma ni para eso. Este es un triunfo de todos, pero en primer lugar de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, que son los que han luchado en primera línea, los que más sangre y vidas han vertido y encima los que han sufrido más incomprensión. Y hay que reconocer sin excepción a todos los gobiernos de la democracia, desde el primero hasta este. A todos los partidos que independientemente de ideologías supieron unirse, con excepciones sí, pero esas confirman la regla hoy más que nunca. Y desde luego a las víctimas, de las que –como bien apuntaba ayer una buena amiga- hay que esperar que tengan mucha presencia de ánimo. Apoyo, cariño y comprensión la tienen de todos. Que no lo dude nadie. Y que no se las apropie nadie.

Es cierto que la historia no acaba. Al Gobierno presente y al que salga de las urnas el 20-N les toca gestionar la victoria con inteligencia y con frialdad. Sin aspavientos. Y desde luego, sin soberbias. La disolución acabará siendo un hecho, pero que nadie espere –insisto- gestos ni escenas para un cuadro de Velázquez. La victoria es de todos y como tal debe ser presentada. La alegría de hoy no nos la van quitar. Y quien quiera desmarcarse, que me lo diga y yo le daré mis condolencias más sentidas.

P.D. De los titulares de hoy en la prensa, pues a quién le pueden ya sorprender estos vaivenes. Mención especial a ese diario que suele titular una cosa en la web, que es la que se ve en todo el mundo, y otra muy distinta en la edición en papel, que es la que compran los adictos. Hay que ser ruin. Y es cierto, alguien lo ha dicho, que las imágenes carniceras de Gadafi han venido a estropear las portadas de un día histórico. La que traigo, porque no viene manchada y además por significativa, es la de El Correo. Pero en fin, como hoy es día de estar de buen humor, el titular con la que me voy a quedar es este de La Voz de Galicia:

ETA anuncia que deja el terrorismo

(Pues sí, como el que deja el toreo :-))