Un día en el Hemisferio Sur

Tranquilos, no vamos a hablar esta vez de nuestro viaje por Argentina y Chile. Que a algunos les entra la fiebre amarilla. Por cierto, en lo del cisne Cisne cuello vuelto vais muy descaminados, ya os lo digo. Me refiero a que ayer escuché dos veces el himno de Australia. Y si en motociclismo eso no es noticia, en el Tour de Francia lo es porque no hay precedentes. Es más, se trata del primer ciclista del Hemisferio Sur que gana la Grande Boucle. Parece mentira, pero lo miras y es que excepto los aussies –Phil Anderson, Stuart O’Grady, Robbie McEwen…- no hay países con tradición ciclista en esa media naranja de nuestro planeta. Ya sé que mi amigo y colega El Tío del Mazo no es muy seguidor de Cadel Evans. Tampoco yo he sido su mayor fan. Pero a veces también es hora de reconocer y de que la gloria le sonría al que ha sido constante, todo voluntad, que siempre ha dado la cara y no ha decaído a pesar de los mandobles que le han propinado las grandes citas. Una veces por mala suerte, otras porque la ha pifiado en el día decisivo. Pero esta vez le ha salido cara. Justo en el Tour en el que ha corrido mejor que nunca, con más inteligencia, con más paciencia y con determinación en los momentos importantes. Así hay más posibilidades de tener suerte. Un hombre que luchó ya por ganar la primera etapa; que luego venció en uno de los finales en repecho; que no se movió en los Pirineos porque a él no le tocaba agitar el árbol; que respondió y contraatacó feroz en la bajada hacia Gap; que salvó el Tour, el suyo y el de todos, cuando decidió tomar él solo la responsabilidad de tirar y restarle dos minutos a Andy Schleck en la cima del Galibier; que al día siguiente no tiró la toalla cuando parecía que la carrera se le iba otra vez por el sumidero en el Telegraph; y que estuvo inconmensurable en la última y única contrarreloj. Luego, ha sabido a aprovechar los errores de los demás, en especial de los hermanos luxemburgueses; y la inestimable oportunidad de un Alberto Contador al 60%. Del de Pinto, sólo voy a decir una cosa: no habrá podido ganar su cuarto Tour, pero me parece que a lo mejor ha ganado algo incluso más importante en este momento de su carrera: reconocimiento. No sólo en España, en todo el mundo y quizás sobre todo en Francia. A veces hay que perder para que te concedan ciertas cosas.

Por lo demás, en el Hemisferio Sur –sí, en Argentina- terminó una infumable Copa de América. Con un justo y me alegro de que rotundo ganador. Porque aunque Uruguay tampoco sea el mayor regalo para la vista, por lo menos tiene buenos delanteros y sabe vivir de ellos. Paraguay es subcampeona sin ganar un partido, sin marcar un gol desde la primera fase, el otro día escucho a un periodista radiofónico, esto ya es el colmo, que Paraguay es un espectáculo en la tanda de penaltis. A lo que estamos llegando, nos conformamos hasta con eso.

En el Hemisferio Sur no está Bilbao pero bueno, esta ciudad vale para todos lo hemisferios de todos los planetas del Sistema Solar. Allí se ha proclamado campeona de Europa, y lo ha ganado casi con la gorra, nuestra selección española de baloncesto sub-20. Dicen que está complicado el relevo para la generación de oro de estos años, pero ojalá tengamos Mirotic para rato, digo en la selección porque en el Madrid ya asumimos que nos va a durar lo que un caramelo a la puerta del colegio. Y con “Ikea” ya en nuestra monarquía independiente y con una federación que se ponga a trabajar un poquito mejor, puede haber vida después de Gasol.

Hubo más este fin de semana, en ambos hemisferios, pero el espacio se me agota, siéntase libre quien quiera para añadir lo que desee.