Sudamérica del revés

Vas y organizas una Copa de América de fútbol con selecciones de Sudamérica. Sólo tienes diez países. Tienes que invitar a dos para que por lo menos sean 12 y puedas distribuirlos en tres grupos. Porque nadie tiene narices de dejar fuera a dos y organizarla con ocho, como era antes la Eurocopa, seis partidos por grupo, dos semifinales y la final. Pero no, hay que hacerlo con 12 y que encima haya emocionantísimos cuartos, entonces quedar eliminado en la primera fase es realmente difícil por mal que lo hayan hecho algunos; y luego encajar los emparejamientos es un sudoku mal formulado, han llegado a enfrentarse, por ejemplo, dos que venían del mismo grupo, eso no es un cruce, es una chapuza. Una alternativa podría ser organizar un verdadero torneo americano, con todo el continente. El problema es que Sudamérica tendrá diez, Norteamérica dos, pero ¿cuántos países hay en Centroamérica? Entonces ya tienes que entrar en fases de clasificación y más partidos, y los calendarios que están como están, los conflictos con los clubs… Bueno, algo pensará algún día los de la FIFA, pero a buen seguro que no será lo más práctico ni lo más competitivo; será lo que le de más dinero.

Y después tenemos lo puramente futbolístico, y resulta que las cosas te salen así: ya tenemos las semifinales del campeonato sudamericano y no están ni Argentina ni Brasil. Resulta que han caído los tres campeones de cada grupo y han entrado los dos que se habían clasificado terceros. Entonces ¿para qué ha servido toda esa primera fase, que además ha sido en general tediosa y pobrísima en fútbol? Evidentemente, para los que no sean paraguayos ni venezolanos ni uruguayos ni peruanos esta Copa de América se ha terminado. Pero para muchos europeos, que harían el esfuerzo de trasnochar por ver un Brasil-Chile o un Argentina-Colombia, me parece que también se ha terminado. De eso no tienen la culpa las selecciones que se han clasificado. Y mira que han terminado por ganar los cuatro equipos que han jugado a la contra, a esperar atrás al que teóricamente proponía fútbol y ataque. Pero eso son caprichos del fútbol. Y fallo de los grandes, que no han sabido resolver las situaciones ni hacer valer su superioridad.

Lo de Brasil preocupa, hacía mucho –si es que ha sucedido alguna vez- que no se veía a ese imperio futbolístico tan carente de recursos. Que Robinho tenga que ser el referente de ese equipo…Que su gran esperanza sea un “melao” tan verde como Neymar… Que toda una canarinha sea incapaz de transformar un penalty… Algo harán de aquí a dos años, pero ahora mismo lo tienen muy difícil para presentarse en su mundial con un plantel que llegue siquiera a aspirar a un maracanazo. Bueno, alguno pensará entonces que mejor así. Pero conociéndoles, la mayoría no.

Lo de Argentina tiene mejor solución, porque género sí tienen, pero ahí ya es cuestión de dejarse de bandazos, personalismos, soberbias y ataques de entrenador. Por Messi nunca van a llorar los argentinos como por Eva Perón, Gardel o Maradona, cuando llegue el momento. Pero que no sean tan insensatos de denigrarle y renegar de él, van a tardar décadas hasta que vuelvan a tener un jugadorazo así, disfrútenle. ¿Que Maradona ganó un Mundial el solo? Falacia. Bilardo sería lo que fuera, pero construyó alrededor del Pelusa un equipo competente, aguerrido y bien armado, donde todos sabían lo que tenían que hacer, no en un partido o durante un campeonato, sino durante años que jugaron juntos. Todo lo contrario que esta albiceleste, donde cada día salen unos y entran otros, cada día de una forma y la mayoría descolocados. ¿Cómo puedes no sacar a Agüero? ¿Cómo puedes sacarle y condenarle a la banda, con di María por el centro? ¿Cómo puedes cambiarle por Tévez cuando necesitas traducir tu dominio en goles? ¿Cómo puedes renunciar a tus bandas cuando tienes al rival defendiéndose panza arriba con diez? Al final ganaría por el acierto al meter todos sus penalties, pero la verdad es que Uruguay supo siempre, los 120 minutos, a lo que tenía que jugar, mientras la albiceleste cambiaba cada 15 minutos de plan. Y dice el seleccionador, Batista, que no ha sido un fracaso. No quedar entre los cuatro primeros de Sudamérica, llamándote Argentina y jugando en tu país. Hace falta caradura.