San Basilio al final de la cuesta

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Hay cuestas que reservan premio al final, y es cuestión de subirlas con paciencia, con mesura, con el paso corto pero continuo, la mirada al frente. Con amor. Al final de ésta por la que ascienden nuestros amantes anónimos –y ya se ve que no eran los únicos que subían- espera solemne la Plaza Roja. Hoy abierta a los paseantes, turistas y curiosos –que no es fiesta todos los días; hoy abierta pacíficamente al mundo. Cuando termine la cuesta empieza el espectáculo, y al final el premio es esta Catedral de San Basilio que el pasado martes, cuando planteábamos el enigma, cumplía 450 años. No es la catedral oficial de Moscú, pero es que que en Rusia –no sé si por cuestión de la religión ortodoxa- a las iglesias importantes se les llama catedrales, y de hecho sólo en el Kremlim hay tres catedrales. La diríamos oficial de esta ciudad es la del Cristo Salvador, que Stalin hizo demoler y de su mármol se hizo la estación de metro Kropotkinskaya. En tiempos de Yeltsin se organizó una suscripción popular para volver a levantarla y hoy es la iglesia ortodoxa más alta del mundo. Pero nunca será tan emblemática y representativa de Moscú como San Basilio, cuya construcción ordenó Iván el Terrible, con sus cebollas de fantasía, ahí ha permanecido inalterable –esta sí-, soportado y asistido a toda la convulsa historia, a esos fríos y a esos poderosos desfiles cada 7 de noviembre. Ahí resistieron sus formas abombadas y su vistoso colorido al recto rojo imperante. Tuvo desde luego más suerte que otra iglesia de la misma plaza, que se la cargaron porque estorbaba el paso de los tanques. El caso es que, como decíamos el otro día, hay amores que no se encuentran en Google, pero la solución a este caso sí que estaba ahí. La página de inicio del buscador homenajeó el 450 aniversario de la Catedral de la Intercesión de la Virgen del Montículo. Que así se llama en realidad, y además haciendo referencia a la cuestecita de marras; y que tomó su denominación popular de San Basilio el Bendito, enterrado en el lado Este del templo.

Pero Vicente no ha necesitado esta vez ni Google ni grandes alardes investigadores para acertar a la primera lo que era esto. Me empieza a preocupar tan suma facilidad. Pues toca darle premio, qué menos que un sándwich, por ejemplo de ensaladilla rusa. ¿Le gustarán de Rodilla?

1 comentario

  1. los de Rodilla son mi perdición…… que ricos……. ya me puedes invitar a una docena….. a ver si se me pasa algo a la pierna…..

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