Candidato, ¿trabajo full time?

Si hubiera decidido antes y por su propia cuenta dimitir de sus funciones para centrarse en la carrera electoral, le hubieran tachado de irresponsable. Con toda la tarea que tiene este país por delante. Ahora no tendrán narices de decírselo aquellos, pero se lo llamo yo. A él y a su partido: irresponsables. No estoy en absoluto de acuerdo con que los candidatos lo sean en exclusiva, full time. ¿Qué se necesita más en este momento y en cualquiera, alguien que trabaje para su país o alguien que trabaje sólo para llegar a ser presidente del Gobierno? Ya teníamos uno, que lleva ya ocho años, ahora tenemos dos. El problema es que aquí vivimos en campaña electoral durante cuatro años, y por lo tanto siempre. Unos, los que no gobiernan, porque seguramente piensan –y es un grave error- que no tienen otra cosa que hacer. Los otros, porque seguramente piensan que si sus rivales viven continuamente haciendo propaganda a su costa, ellos se van a quedar en desventaja. No me importaría que la campaña electoral –la oficial- durase un mes en vez de dos semanas. Pero que estuviera tácitamente prohibido –explícitamente nunca, por favor- publicitarse durante los tres años y once meses restantes. Debates en el Parlamento, declaraciones puntuales a los medios, reuniones a dos, tres y a las bandas que fuera necesario. Y a pensar, a actuar, a trabajar. Durante cuatro años se es ministro, presidente, diputado, director general, subsecretario… y durante un mes candidato. Esa debiera ser la actividad política. Y hasta resultarían más interesantes las campañas, aunque fuera por lo novedoso de que alguien saliera pidiéndonos el voto, y no el insoportable tedio repetitivo, reiterativo, revenido y refrito que nos toca. Pero claro, no les interesa que sea así. A los medios de comunicación tampoco, conste. Es que se me hace muy indigesto asimilar que un político cambie el servicio a la sociedad para la que trabaja por el servicio a su partido y a él mismo. Y más indigesto todavía que a todo el mundo le parezca tan normal, y hasta que se exija. Pero ¿hemos perdido todos el Norte? Y luego, los que con tanto ardor han denunciado la “inaceptable” dualidad de roles del señor Rubalcaba, que se lo miren, y se lo mire toda esa corte mediática que les jalea y les vitorea. Que en su casa tienen a una recién electa presidenta de su Comunidad Autónoma que ha decidido que además va a seguir siendo secretaria general de su partido. De eso no dicen nada. Al contrario, lo bendicen y lo aplauden. Demos por hecho que habrá renunciado a uno de los dos sueldos –porque ser candidato de un partido no tiene sueldo, que yo sepa, pero ser su secretaria general sí. Pero además, me da por suponer que de los dos trabajos que ahora tiene la señora de Cospedal, al menos uno deber ser sumamente fácil. Si no, no podría compatibilizarlo con el otro. ¿Qué habría de pensar un castellano-manchego? ¿le parecerá bien que su presidenta no se dedique cien por cien a gestionar y solucionar los problemas de su comunidad? Claro, si es de su partido sí, faltaría más. Que así funcionamos. Y así nos va. Pero a lo que empezábamos, y en serio, ¿aceptamos el pulpo de que candidato puede ser un trabajo a tiempo completo? ¿Y nos lo comemos también?

Y a todo esto, ¿qué hago yo un sábado escribiendo de política? También habré perdido el Sur…