La campaña real (y oportunismo que viene)

Internet todavía puede servir de mucho, terminaba diciendo ayer. ¿Quién le teme realmente al 15-M? El lunes a mediodía, Telemadrid informaba de la primera manifestación en un inusitado tono aséptico, como diciendo entre líneas “vamos a ver de qué va esto”. Ayer por la noche ya relataba que en esa concentración, autorizada por la Delegación del Gobierno, se daban cita elementos de ultra-izquierda, anarquistas, partidarios de la dictadura castrista y simpatizantes de Bildu. De fondo se oía nítidamente corear “Telemadrid, manipulación” pero según los autómatas en off de esa cadena lo que profería esa gente era “Televisión, manipulación”. Hoy La Razón titula que PSOE e IU “dirigen” el voto antisistema contra el PP. Ayer Anson advertía de los riesgos de tentación totalitaria de estas movilizaciones. Otros, no sé cuan sibilinamente, aluden a la “nueva Plaza Tahrir”, eso sí, sin aclarar quién es aquí Mubarak. Los convocantes invitan a los que pretendan armar bronca “que se queden en casa” pero hay a quien le interesa informar del primer amago violento que se produzca.

Me gustaría tener las cifras de la gente que ha salido estos días a las calles a expresar su indignación y la que ha asistido dócilmente a los distintos mítines. No sabremos todavía hasta dónde va a llegar este movimiento. Quizás no lo sabrán ni los que lo promueven ni tampoco los que lo apoyan o los que lo ven con simpatía. Su gen es heterogéneo pero con cromosomas comunes. Principalmente, una sensación real de malestar y decepción con la clase política e institucional de este país y con sus principales agentes económicos. Y están consiguiendo que se note, que se haga patente, que predomine en el clima que envuelve una campaña electoral insustancial y previsible, como tantas que hemos vivido últimamente. Se diría que ésta es la campaña real. Y se esté de acuerdo en todo, en parte o con ciertas cosas sí y otras no tanto, cabe poca duda de que se hace preferible la indefinición honesta a la uniformidad artificial; la manifestación espontánea al discurso teledirigido; el mensaje fresco, lúcido, al revenido y adocenado; la postura con matices a la posición monolítica e invariable; la duda sincera al “siempre tiene razón”; la simple argumentación a la simplificación perversa; la reunión de gente dispar en todos los sentidos a la parada monocorde en la que todos aplauden y jalean la misma y mala representación teatral.

En definitiva, mucho más gratificante parece asistir al espectáculo de la Puerta del Sol estos días que, por ejemplo, al de ayer en la Plaza de Toros de Valencia. Y lo mismo podríamos citar otras plazas y otros polideportivos de nuestras ciudades y pueblos. Como escuché esta mañana decir: "¿Qué es lo que está realmente fuera del sistema?”.

Por lo demás, y es mi opinión, se me antoja que esta corriente llega tarde como para influir notoriamente en la jornada y en los resultados del domingo, aunque quién sabe. Sin embargo, su gran cita puede ser dentro de un año. Si crece al ritmo que va, su efecto en las elecciones generales puede ser tan demoledor como ahora se vislumbra esperanzador. Pero ojo con los oportunistas. A algunos les estamos viendo ya el plumero y saldrán muchos más a poco que esto vaya adelante y tome cuerpo. Atentos que los reconoceréis…