Balón pinchado… otra vez

Alfredo DiStefano tenía ya la nacionalidad española y jugaba en nuestra liga, pero había nacido en Argentina; Luis Suárez es gallego de toda la vida pero cuando se lo dieron jugaba en la liga italiana. Son nuestros balones de oro. No hemos tenido otro desde hace 50 años. En 1986, Butragueño era el gran favorito pero a última hora salió para el ucraniano –entonces soviético- Igor Belanov, de quien, por cierto, después ya ni se supo; en 1987, las papeletas se repartían entre Míchel y Gullit pero en las votaciones el holandés salió por goleada y el hoy entrenador del Getafe quedó cuarto; en 2001 iba a salir con Raúl, pero prefirió liarse con Owen; en 2008 ganamos la Eurocopa y se lo ligó Cristiano. Esquivo el balón, pero este año, con el Mundial en la vitrina y dos de los tres finalistas en liza, no se iba a escapar…

Además, en los años que se ha celebrado un Mundial, éste era determinante. Bueno, no siempre porque en 1978 se lo dieron a Kevin Keegan, que ni lo había jugado porque Inglaterra no se clasificó; pero en 1982, a Paolo Rossi le bastaron los seis goles que marcó en Sarriá, Camp Nou y Bernabéu, y que coronaron a Italia, para llevarse ese balón de oro sin haber hecho más en todo ese año. La tendencia en los últimos tiempos era clara: Zidane, Ronaldo y Cannavaro habían refrendado los éxitos de Francia, Brasil e Italia en los tres últimos mundiales. Este año no se nos podía escapar…

Y mira por dónde, el decimocuarto Balón de Oro que recibe nuestra liga ha vuelto a salir argentino. A ver, no es descabellado dárselo a Messi, no vayamos a exagerar. Es el mejor futbolista del mundo para muchos, para el que escribe también. El Balón de Oro distingue la mejor hoja de servicios del año –o la más espectacular o la más mediática si se quiere- y la de Lionel ha sido excepcional, todas esas jugadas, esos goles, todo el año y hasta el pasado sábado en Riazor. Pero quizás, en 2010, tipos como Xavi, Iniesta o Sneijder parecían haber sumado incluso más. Sobre todo por el Mundial, tan determinante como se suponía y como había venido siendo… hasta ahora.

Entonces lo que despista son los criterios, que unas veces valgan unos y otras primen otros. Lo que mosquea es lo que votan algunos periodistas, seleccionadores y jugadores de según qué países, que sí, que parece Eurovisión. Y lo que huele es que la FIFA haya venido a meter la nariz en un invento que databa de 1956 y desde entonces lo daba la revista France Football. No en vano, este ha sido el primero denominado FIFA Balón de Oro, y el primero que se ha entregado en una pomposa y casposa ceremonia, hasta ahora se hacía de manera más discreta, hasta más periodística.

Sobre los criterios y la letra pequeña de este galardón mucho se ha dicho y se ha escrito. En su día, que era Adidas la que lo manejaba –por eso se dice que se lo birlaron a Butragueño, ya que el Real Madrid acababa de romper con la firma, y años después se lo dieron a Papin, que casualmente jugaba en el equipo de Bernard Tapie, que casualmente acababa de comprar la casa de las tres hojas y las tres bandas; hubo tiempos en que “mandaba” la liga alemana –la inglesa fue ignorada en el Balón de Oro durante temporadas en las que sus equipos ganaban sistemáticamente la Copa de Europa, de hecho a Keegan le dieron dos cuando jugó en el Hamburgo pero ninguno cuando militaba en el Liverpool; luego fue la italiana –recuérdese aquel que le dieron a Weah en el 95 jugando en el Milan, cuando Europa era un clamor por el Ajax; en los últimos había sido claramente la Premier, la más vista en todo el globo, factor decisivo este si se tiene en cuenta que desde 2007 empezaron a votar periodistas de todos los continentes. Ahora, la sensacional imagen proyectada por el Barça y por la selección han conseguido atraer las miradas y los votos hacia la Liga española. Y lo gana un argentino al que, por cierto, no terminan de reconocerle sus méritos en su país.

Sea como fuere, a los españoles este balón se nos pincha una y otra vez. Está claro que ni esto ni Eurovisión, ni las votaciones para sedes de olimpiadas y mundiales, se nos dan nada bien. Tendremos pues que seguir dándonos el Príncipe de Asturias, así nos evitamos sorpresas. Y tan contentos.

P.D. Hoy no tocaba de fútbol, ya lo sé. Pero no podíamos quedarnos sin meter baza en este tema. Teníamos razones, argumentos y ganas.