“Señores, por desgracia, en mi vida he visto más puñaladas que apretones de mano. Y les puedo decir que no se dan de arriba a abajo, se pierde demasiado tiempo en levantar la mano y mostrar el arma. Un experto las da siempre DE ABAJO A ARRIBA”. Estas palabras, no literales sino más o menos como las recuerdo, humildes y resignadamente tristes al principio, levantando virulentamente el tono al final y haciendo el rápido gesto con la navaja en la mano, suponen uno de los puntos de inflexión en el largo proceso de dilucidación del jurado. Las pronuncia Manuel Alexandre rodeado de los otros once hombres sin piedad, a saber: José Bódalo, José María Rodero, Jesús Puente, Sancho Gracia, Fernando Delgado, Antonio Casal, Pedro Osinaga, Ismael Merlo, Luis Prendes, Carlos Lemos y Rafael Alonso. Ahí estará esa joya en los archivos de TVE, sin posibilidad de comprarla, descargarla, disfrutarla otra vez en fin. Por lo demás, para mí Manuel Alexandre era el hombre que abría el Café Gijón, lo cerraba Alfonso González Pintor, cerillero y anarquista como reza el cartel en su honor, quien no en vano dijo que “las puertas solo se hacen para cerrarlas”. Hace ya años que no sé quién cierra el Café Gijón y ahora tampoco sé quién lo va a abrir. Siempre estaba allí, con su inseparable Álvaro de Luna, aparte otros actores y escritores que acudían más o menos asiduamente. Les recuerdo a los dos, una tarde de un día de Reyes, yo estaba en una mesa con mis cuartillas, un café y un Carlos III, lo hacía a menudo entonces, y ellos dos en la de al lado, Manolo le preguntaba a Álvaro por su función, “¿qué tal anoche?”, “fatal, un desastre”. “Que vergüenza” sentenciaba Manolo. Recuerdo que por la tele, la única tele por entonces, esa noche habían echado “El Hombre Tranquilo” de John Ford, con John Wayne y Maureen O´Hara. Tengo la sensación de que en su momento, al lado de monstruos de la cámara y la escena como los nombrados arriba y otros que no participaron en ese mítico Estudio 1, él era menos conocido y reconocido por el gran público –aunque muy querido por toda la profesión-, pero luego ha sabido vivir más para que le conocieran y reconocieran todo lo que él se merecía. Ahora no cabe duda. Para mí hoy, con permiso de los otros, va a ser Manolo y otros once hombres sin piedad.
Manolo y otros once hombres sin piedad
Cuando trabajaba en Fortuny, algunas tardes le veía junto a Álvaro de Luna subir la Castellana, charla que te charla, supongo que desde el Gijón. Qué grande el tío!
Pude volver a ver no hace demasiado una reposición de Doce hombres sin piedad en TVE. Creo que fue en el canal que pusieron en marcha con motivo de no sé qué aniversario del ‘ente’. Deberían abrir en la web de rtve un espacio donde poder ver todos esos ‘programas míticos’ que hicieron historia.
vaya pena…. otro grande que se nos va….. cualquier día se nos muere Clint y ya nos retiramos….
Es curioso pero esa frase se grabo tambien en mi mente como recuerdo de esa gran obra de teatro llevada al cine, de la epoca en que los guionistas conseguian tener al publico e vilo con una obra que se desarrollaba en una habitaciòn!!!