Puenteando las cadenas

Empezábamos esta serie con mis quince puentes favoritos Encadenando Puentes, 14 de mayo y me proponéis siete más (*), de los que aquí mostramos tres. Tenemos entonces 22 puentes de nuestra vida. Si el otro día hablábamos de encadenarlos, como las melodías de aquella sublime canción, hoy pretendemos que estas construcciones, cada una a su manera y estilo, siempre nos ayudan a salvar accidentes, a evitar pasos traumáticos, a unir puntos, por qué no a unir vidas, a vencer obstáculos y prejuicios. En fin, a puentear las cadenas. ¿Quién no necesita puentes para sobrevivir, para avanzar, para poder ver un poco más allá? Pues sí, tenemos ya 22 pero estoy seguro de que conocemos muchos más. Unos viven a nuestro lado, forman parte de nuestro paisaje cotidiano, de nuestro levantarnos por la mañana, nos ven crecer y no nos damos cuenta, ellos siguen ahí; pero otros son de una solo día o un solo momento, irrepetibles y por eso mismo inolvidables, vuelven a nuestra memoria siempre que los llamamos. Todos valen, insisto, si los has cruzado al menos una vez. Tenemos 22, pueden ser muchos más. ¿Llegaremos a 100?

(*) Digo siete porque me parece que, aunque en vuestras propuestas aparecen dos “Puentes de Segovia”, una de ellas se refiere en realidad al Viaducto, que pasa por encima de la calle Segovia de Madrid.