El Señor de los Aros

Aros Olímpicos

Mi primer recuerdo suyo es como embajador en la Unión Soviética cuando se iban a celebrar los JJOO de Moscú’80. Juan Antonio Samaranch ya se postulaba como próximo presidente del Comité Olímpico Internacional (CIO), en sustitución de Lord Killanin, y lo que yo no sabía entonces es que los Juegos estaban en las últimas, los anteriores de Montreal habían sido un completo fracaso y para los próximos sólo se había presentado una ciudad candidata, Los Ángeles. Los de Moscú fueron descafeinados, faltaba medio mundo por el boicot de Estados Unidos a raíz de la invasión soviética en Afganistán. Estaba cantado, pues, que a las de Los Ángeles’84, auspiciadas por Ronald Reagan, iba a faltar el otro medio mundo. Años después, Samaranch se atrevió a decir que Jimmy Carter, presidente que determinó el primer boicot, había sido el hombre que más daño le había hecho al movimiento olímpico en su historia.

En Seúl’88 ya sí estuvieron los dos polos de la guerra fría, que por cierto apuraba sus últimos meses. Pero estalló la bomba del dopaje, hasta entonces latente y a partir de aquí manifiesta. Al positivo sideral de Ben Johnson le siguió una competición de atletismo extrañísima, lesionados repentinos, favoritos que fracasaban o se retiraban en el último momento. Años después, no recuerdo exactamente cuándo, Samaranch volvió a atreverse a decir que llegaba el momento de sentarse todos, hacer gala de honestidad y ponerse a revisar qué debía seguir considerándose dopaje y qué no debía serlo ya más. Le cayó encima la diatriba feroz de toda esa maraña hipócrita que dice defender el juego limpio y por detrás echa todo el caldo de cultivo para que a día de hoy sigamos así como estamos. Otro lío menor, pero significativo, en el que se metió Samaranch en aquellos Juegos de Seúl fue pretender extender una invitación especial para que participara Sebastian Coe, doble y vigente campeón olímpico de 1.500, a quien la Federación Británica de Atletismo no había seleccionado. Le acusaron de injerencia en los asuntos de las federaciones y los comités de los países, y al final el gran Sir Coe se quedó sin poder optar a revalidar su título.

Barcelona’92 marca un antes y un después para el deporte español y para la ciudad de Barcelona. Para ambos, más que de una nueva etapa, se trata de una nueva era de la que hoy estamos disfrutando plenamente. Si Samaranch –como todos coinciden en que sí- fue el principal artífice de la adjudicación de esos juegos, creo que en Barcelona deberían dedicarle la Plaza de Cataluña, por lo menos, y nuestro deporte debería instaurar algo muy importante en su memoria, ni me imagino ahora qué.

En Atlanta’96, Samaranch no tuvo reparo en quejarse de que el modelo que sí había funcionado a lo grande en Los Ángeles –basado en la iniciativa privada- aquí no decididamente no marchaba igual, más que nada porque las empresas involucradas se preocupaban demasiado de ajustar sus costes para no limar sus beneficios, y con ello estaban restando brillantez y eficiencia a la organización. Y al final, claro, les negó el habitual elogio de “los mejores Juegos de la historia”.

Sí lo mereció Sidney’2000, los últimos que vivió como presidente. Recién inaugurados, tuvo que volar a Barcelona para enterrar a su mujer y rápidamente regresar de nuevo a Sidney porque, siendo el presidente, Show Must Go On y me imagino que no se te puede ni adivinar un mínimo gesto de pena o dolor. Desde 2001 ya no era el presidente del CIO y, sin embargo, a mí me costaba hacerme la idea, llegaba cualquier tema relacionado con los Juegos Olímpicos y rápidamente se me iba la cabeza hacia él. Sí, el Señor de los Aros. No en vano, todavía fue el artífice de la adjudicación de los Juegos de Pekín’2008, lo que idea de lo vigente de su legado. Su último servicio a nuestro deporte, hace sólo unos meses, fue darlo todo por la candidatura de Madrid a los juegos de 2016.

Yo no sé cuánto de esto saldrá en las ingentes y profusas biografías y especiales que desde ayer se están publicando sobre Juan Antonio Samaranch. Yo he preferido tirar de recuerdos puros, tal como se conservan hoy en el cuarto trastero de mi memoria. Y así han salido.

5 Comentarios

  1. Por una vez, me voy a comentar yo mismo. Acabo de tomar la edición en papel de El Mundo de hoy y compruebo, con disgusto: 1. Que la desaparición de Juan Antonio Samaranch recibe un tratamiento secundario en la portada, cuyo espacio estelar va dedicado, cómo no, a un tema presuntamente escabroso relacionado nada menos que con ¡¡¡Filesa!!!. Está claro que para este diario merece mayor atención y relevancia fomentar y alimentar la crispación que el reconocimiento a una personalidad universal; y 2. Que utilizan el mismo símil que yo en el titular de este artículo, de manera que a más de uno le habrá dado por pensar que es de ahí de donde he tomado la idea. Pues no, miren, aparte de que la figura que yo utilizo es más original y más propia. ¿A qué sí? Pues hala…

    1. YO TENGO BASTANTE PAPEL HIGIÉNICO EN CASA…… NO SE ME OCURRE COMPRAR EL MUNDO EN PAPEL…… LOS QUE LEEMOS ESTO NO DUDAMOS NI MEDIO SEGUNDO QUE NO LES COPIARÍAS NI EL NOMBRE……. MEJOR DECIR NUESTRO PLANETA………

  2. Els mitjans catalans justifiquen la militància franquista de Samaranch

    http://www.media.cat/2010/04/29/els-mitjans-catalans-justifiquen-la-militancia-franquista-de-samaranch/
    ===

    http://blocs.mesvilaweb.cat/node/view/id/165765
    «Quatre mesos abans, l’Ajuntament de Lausana, la ciutat del COI, es va oposar a una petició per que fos declarat ciutadà d’honor pel seu passat franquista. L’Ajuntament de Barcelona li havia donar, en canvi, la medalla d’or de la ciutat uns anys abans.»

    -El artículo de Huertas Clavería [ya fallecido] que fue censurado en el medio en el que trabajaba.

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