¿La Copa del Rey en…?

Pues quizás me precipité el otro día. Celebraba que Bilbao acogiera por fin un evento deportivo de alcance. Pero ese mismo jueves los incidentes con los hinchas del Anderlecht en San Mamés ya me dejaron en mal lugar. Y la reacción del público –o parte o gran parte de él- ayer ante la presencia de los reyes me devuelve a la realidad. Aún no han conseguido diferenciar deporte de política. Ojo, tampoco algunos de Madrid ni de Cataluña, como también se pudo comprobar. En fin, se va mejorando pero todavía faltan unos cuantos hervores. A ver dentro de unos años.

Por lo que respecta a la competición, por mucho que el Real Madrid se haya esforzado en construir un equipo serio y competitivo, aún queda lejos de un Barça inabordable a día de hoy. Es la realidad que se hace evidente. Hace ya años, cuando Ramón Mendoza accedió a la presidencia del club blanco, heredaba el primer equipo español en fútbol y en baloncesto. Cuando se fue, el Madrid ya era el segundo en ambos frentes. En fútbol fue capaz de recuperar la soberanía unos años y perderla otros, ahora claramente es segundo otra vez pero bien puede aspirar a volver a liderar un año de estos. En baloncesto ha sido irreversible. La hegemonía azulgrana es incontestable y dura ya veinte años. Y no parece que vaya a remitir.

¿Y cómo va la Liga?

La de fútbol. Sin muchas novedades. Bueno sí, que Cristiano ha hecho ayer su mejor partido con el Madrid, el más completo, el más generoso, el que si repite ocho o diez veces más de aquí a mayo –y en citas de la máxima- puede dar muchas alegrías y la razón a sus defensores más acérrimos. Que estoy comprobando que son muchos y sobre todo en el plano mediático (con qué magnanimidad se le trata, a diferencia de otros). Y ha ido a hacerlo cuando su ciudad natal, Funchal, vive una tragedia por las espeluznantes inundaciones (qué imágenes, madre mía).

Por lo demás, el Madrid se luce frente a un equipo que juega abierto, alegre, y el Barça ante otro que se sabía derrotado desde hacía una semana, cuando tres de sus titulares se borraron. El Atleti vuelve a su paranoica normalidad, Asenjo va a necesitar una facultad de psicología para él solo. El Sporting –y mi querido bar Escocia- vuelve a celebrar una victoria que invierte una tendencia que empezaba a tornarse peligrosa. Se abre una brecha sobre los cuatro últimos, entre ellos los tres que habían ascendido, y sólo el Tenerife no ha cambiado de entrenador.

Pero la jornada no se ha cerrado ni tampoco la quiniela, tenemos que esperar a esta noche. Tengo prometido volver a hablar un día de estos de las televisiones. Y en concreto de las repeticiones de las jugadas, sí, de cómo se inventaron para aclarar o ver mejor lo que ha sucedido en el campo y lo que consiguen es confundirte, gracias a la extraña habilidad de ciertos cámaras y realizadores. Por ejemplo, partido de Champions Oporto-Arsenal, donde las repeticiones fueron capaces de condicionar las crónicas de todos los “enviados especiales” que no vieron el partido. ¿Cesión de Campbell, error garrafal, pardillez supina del portero? No señor: cacicada sublime, gratuita y con alevosía y chulería del árbitro sueco Hansson, en efecto el mismo que no vio la mano tramposa de Henry. Pero para apreciarlo hay que ver la jugada completa en directo, pasando de las repeticiones. Pues ya tiene miga la cosa.

Ah, y un último palito. Hay que tener muy poca categoría como afición para que salga a jugar un chico prometedor de 18 años y le dediquen una contínua sesión de viento cada vez que toca la pelota y hasta que le cambian. Su delito, haber sido fichado por el eterno rival. Me da igual en qué campo y qué afición lo haga, me parecerá bochornoso siempre. Pero además, con lo felices que tendrían que estar de lo bien que les va.