Un chasco considerable… ¿Mejor así?

Sí, nos hemos llevado un buen chasco en esta Copa Confederaciones. Éramos el mejor equipo del mundo, el de los records, nos veíamos en la final con Brasil, se nos había olvidado perder… y llegaron los animosos chicos de Estados Unidos y nos dieron la bofetada que nos ha despertado del sueño. Somos España, los que jugábamos como nunca y perdíamos como siempre. Éramos España hace un año y aproximadamente un mes, cuando jugábamos el último partido de preparación para la Eurocopa, ¿contra quién? Contra Estados Unidos. Y visto aquel partido, no es que pudiéramos esperarnos precisamente lo mejor en la cita europea. Y lo que son las cosas, hoy hace justo un año nos proclamábamos Campeones de Europa ante Alemania, después de haber desplegado un juego alabado en todo el continente, y que a los más viejos y los un poco viejos del lugar nos hizo frotarnos los ojos. Fue el salto de calidad de nuestra selección española. No, fue mucho más. Fue creernos, desde entonces, que la bandera del fútbol es solo nuestra, que somos invencibles, que ganar el Mundial en 2010 no es una posibilidad ni una oportunidad, sino una obligación. Jugar la final de la Copa Confederaciones, era un trámite. Y toma. Ahora nos ha entrado otra vez la depresión. Pues, ¿y si mejor así?  Aparte de nuestra leyenda, y no sólo futbolística, que nos dice y nos repite que no nos va nada bien ir de favoritos, ¿alguien se acuerda de lo que ha sucedido en los Mundiales con muchos favoritos, invencibles o equipos de otra galaxia? Sin querer abusar de mi memoria, tiraré sólo de algunos ejemplos. Primero: en el Mundial 82, en España, era Brasil ese equipo inabordable, inalcanzable, que jugaba arte con los ojos cerrados. Un domingo, el diario ABC sacaba a ese equipo en portada con un titular: “Brasil, la noticia del Mundial”. Al día siguiente, Italia les mandó para casa. Italia, que no había ganado un partido en toda la primera fase y terminó llevándose el Mundial. Otro ejemplo: en el Mundial Italia 90, tres selecciones se perfilaban como muy superiores a las demás –Brasil como siempre, Holanda con Van Basten y Gullit y la propia Italia anfitriona-, y nadie contaba con Alemania, que se había clasificado casi de rebote y fue la que terminó por alzarse con el título. Más: en el Mundial de Corea y Japón, en 2002, todos señalaban a Francia y Argentina como las mejores selecciones del campeonato. Cayeron en la primera fase. Brasil había completado una fase de clasificación más que mediocre, a punto de ir a la repesca. Pero fue arrancar el Mundial, recuperar a Ronaldo y empezar otra historia. Campeones por quinta vez. Y en fin, para terminar: en el último Mundial era difícil apostar por otra que no fuera la misma Brasil, y en cambio Italia –otra vez- partía rodeada de una gran expectación por los escándalos del calcio ese año, pero no por su condición de favorita. Y ahí están como vigentes Campeones del Mundo. Y fijaros que siempre acabo repitiendo los mismos nombres: Brasil, Alemania, Italia… y nosotros somos España, el gran equipo del momento. Ha habido muchos grandes equipos del momento –Holanda, Hungría, Dinamarca, Checoslovaquia…- que se han quedado sin llevarse la Copa del Mundo a sus vitrinas. Por lo tanto, apelo a la tranquilidad, ya sé, tan difícil en nuestro caso. Para ganar un Mundial hace falta tener un equipo sensacional en todos los aspectos –y lo tenemos-, una importante dosis de suerte –ya veremos si la tenemos o no- y ese aplomo o esa virtud de creérselo que tienen los más grandes, los que ya han sumado muchos títulos y parece que no van con esa necesidad imperiosa de citarse con la historia. Lo que nos ha sucedido en Sudáfrica no nos lo esperábamos, pero es que esas cosas siempre se las puede uno esperar. Nos ha podido venir bien. Si sabemos digerirlo. Seguimos teniendo una oportunidad única de ganar un Mundial. Pero si lo damos por hecho, si perdemos la perspectiva de lo difícil que es esto, estamos acopiando papeletas para llevarnos el batacazo otra vez. Confiemos en que no, a ver si hemos aprendido esta vez. Vamos a seguir remando, presumiendo no más de lo justo y, desde luego, disfrutando con esta selección.

2 Comentarios

  1. Copio y pego lo que te respondí a tí y a Vicente en su momento un poco ampliado.

    Llevo diciendo desde hace mucho tiempo, incluso cuando se ganó la Eurocopa, que el niñato que juega de lateral derecho está poseído por el espíritu de la soberbia, suficiencia, y el desprecio por el rival. Ayer lo demostró en el segundo gol de los yankees, creyéndose un Bekenbauer de pacotilla, parando el balón en la misma línea de gol creyéndose en ese momento el inventor del fútbol. Vete a chuparla gilipollas. Hace faltas sin ton ni son, mete el codito y la pierna cuando le sale de las pelambreras, hace cosas con el balón creyéndose que es el mejor, en fin un pamplinas, que cuando se le acabe la fuerza esa que tiene de Conan a ver donde acaba jugando. ¿Y este era el llamado sucesor de Hierro?, vaya personaje.
    Por lo demás el equipo despertó ya un poco tarde en el segundo tiempo. Pero como bien dice Julián Ruiz, vaya también la cagada del soso del banquillo.
    Buena cura de humildad, y el de los pelitos y la gomilla que se vaya con su Guti y con CR7. Nos los vamos a pasarmuy bien la próxima temporada.
    Ayer no pude ver el partido de consolación, venía de vuelta de mi fin de semana serrano, y me quedé flipado cuando pongo la tele y veo minuto 117, ¿prórroga?, dije alucinado y todavía más cuando veo el marcador. Ojú.
    Y para rematar, por favor prefiero mil veces al Montes que al impresentable este del J, que además es gafe, yu, yu.

  2. Lógicamente, la derrota tenía que llegar en algún momento. Aunque nos lo creamos y se lo crean, una cura de humildad nunca viene mal. Yo sigo pensando que tenemos un gran equipo y un gran juego, pero hay que seguir trabajando. También se ha echado de menos al gran Iniesta, pero el no haber llegado a la final ha sido un accidente, tal vez fuimos demasiado de favoritos, pero el partido contra EE.UU. pudo ganarse como se ganó el de Sudáfrica. Y sí, JJ es impresentable, pero impresentable de verdad.

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