Mis mejores finales

Hoy es día de final de Champions. Con este motivo, y con vuestro permiso, voy a hacer aquí un repaso de las mejores finales de Copa de Europa que recuerdo, y según las recuerdo. Aquí van:

1973. Ajax, 1; Juventus, 0. La primera y única que llegué a ver de aquel gran Ajax de Cruyff, Rep, Krol, Neeskens… En semifinales habían eliminado al Madrid con una portentosa exhibición en el Bernabéu. De ese encuentro de vuelta en Chamartín hay una jugada, además creo que fue la primera del partido, que se sigue exhibiendo en el Museo del Ajax.

1974. Bayern Munich, 1; Atlético de Madrid, 1. En Heysel, la casi del Atlético que terminó siendo la primera del Bayern de Beckenbauer, Muller, Hoeness…. El golazo de falta de Luis Aragonés a Maier…y el empate en el último segundo de Schwarzenbeck a Reina. Entonces se jugaba desempate, pero el 4-0 ya casi fue anécdota. La final quedó marcada en aquel minuto 119.

1977. Liverpool, 3; Borussia Moenchengladbach, 1. Se estrenaba el Liverpool en Belgrado, con Kevin Keegan en figura, un poderoso Ray Kennedy y los que más tarde serían eternos Neal, Thompson… En el palco, Don Santiago Bernabéu, que nada más ver aparecer en aquel Borussia a un tal Stielike, ordenó su fichaje. En realidad, estaba allí para ver a Simonsen.

1980. Nottingham Forest, 1; Hamburgo, 0. No la destaco por el partido en sí, sino porque es la única que he podido ver in situ, ya que se disputó en el Bernabéu. En realidad, yo deseaba ver al Madrid y al Ajax, que disputaban las semifinales. Pero me tuve que conformar con ver a estos dos también grandes equipos. Y encima faltó Francis, la figura de los Forest. Keegan, entonces en el Hamburgo, probó el otro sabor de una final.

1987. Oporto, 2; Bayern Munich, 1. Parecía imposible que el Bayern perdiera esa final, pero en los últimos quince minutos Madjer y Juary le dieron la vuelta con dos goles antológicos, el primero de tacón. Aquella final en Viena significó también la consagración de Paolo Futre. A los muniqueses se les empezaban a volver en contra los fantasmas. No volverían a esta final hasta doce años después y…

1989. Milan, 4; Steaua de Bucarest, 0. Van Basten, Gullit, Gullit, Van Basten. El Camp Nou se rindió a los que apenas año y medio antes se decía que eran una banda y ahora se habían transformado en un equipazo imparable que ha marcado época. No la pudimos ver en directo a consecuencia de una huelga en TVE. Pero valió la pena disfrutarla incluso en diferido, al día siguiente. Antes, los madridistas habíamos “disfrutado” el 5-0 en San Siro. Este sí, en directo y grabado a fuego.

1992. Barcelona, 1; Sampdoria, 0. Wembley, la falta, el gol de Koeman en la prórroga, Gaspart bañándose en el Támesis. Tantos años llevaban esperándola… Ese día Johan Cruyff se erigió en el hombre que más le ha dado al Barça en su historia. Y lo que sigue dándole, porque su herencia sigue vigente.

1994. Milan, 4; Barcelona, 0. El Barça llegaba eufórico a Atenas, el Milan golpeó muy pronto… y dos veces. El gol de vaselina de Savicevic fue el tercero. Éste, con Boban y Dessailly, habían tomado el papel de los cracks holandeses, y ahí seguían los eternos –ya entonces- Baressi y Maldini.

1995. Ajax, 1; Milan, 0. Vuelve el Ajax en Viena con su estilo intransferible. Habían ganado dos veces a los rossoneros durante la competición pero en la final sufrieron. Kluyvert, con 17 años, marcó el gol de la victoria. Me costó soportar todo el santo día con una camiseta del Ajax puesta debajo del traje, un calurosísimo día de mayo. Cosas de las promesas.

1998. Real Madrid, 1; Juventus, 0. Por fin, la primera en color, bueno, la primera en cualquier formato para mí. El Ámsterdam Arena, el gol de Mijatovic, las ocasiones de Inzaghi y Davids… no, si aún me froto los ojos, no creáis. Ah, y el diluvio que me cayó encima camino de La Cibeles, qué poco me importó

1999. Manchester Utd, 2; Bayern Munich, 1. Final Poltergeist en el Camp Nou. El cartel del cuarto árbitro indicaba 3 minutos de descuento, el resultado 1-0 para el Bayern y acababan de rematar al larguero. Sheringham y Solskjaer en dos golpes. Khan incrédulo, los jugadores alemanes por los suelos, el árbitro Colina ayudándoles a levantarse. Bobby Charlton emocionado en el palco. Él sobrevivió al desastre aéreo de 1958… en Munich.

2002. Real Madrid, 2; Bayer Leverkusen, 1. La volea de Zidane con la Novena de Beethoven, arte llama a arte. Raúl parecía haber cerrado el asunto a los ocho minutos pero poco después había empatado Lucio. Entonces llegó el golazo del “5”. Y las tres paradas de Casillas al final. Era San Isidro. Era Glasgow, el Hampden Park…

2005. Liverpool, 3; Milan, 3. Segunda final Poltergeist, esta en Estambul. Cuando al descanso, con 3-0 para el Milán, los seguidores del Liverpool seguían cantando a todo pulmón el “You’ll never walk alone”, tal que se escuchaba en los vestuarios, Benítez miró a sus deprimidos jugadores y les dijo: “Hay que hacer algo por esta gente”. Maldini había inaugurado el marcador en el primer minuto, dos horas después no se lo podía ni creer.

2006. Barcelona, 2; Arsenal, 1. En París se esperaba a Ronaldinho y a Henry. Pero aparecieron Eto’o y Cesc. A éste último, Arsene Wenger decidió cambiarle faltando quince minutos, cuando con 1-0 y un hombre menos acariciaban su primera Copa de Europa. Entonces el camerunés, que ya había sido el artífice de la superioridad numérica del Barça, firmó el empate y ya los londinenses se supieron derrotados.

2008. Manchester Utd, 1; Chelsea, 1. Una final de Shakespeare’s League. No faltó un elemento de las grandes tragedias. Ni la lluvia. Ni por supuesto el drama. Héroes y villanos, conjuras, valientes guerreros, algún que otro bufón… y el Rey Terry que da el resbalón fatal en la hierba de Moscú cuando estaba tocando la gloria. Tercera para el Manchester, a quien la historia y el devenir de la Copa de Europa tanto le habían obligado a remar en contra.

 

P.D. Los que bien me conocen se extrañarán de que haya obviado aquí la final de 2000 (Real Madrid, 3; Valencia, 0. París). No, no es que se me haya pasado, es que no la pude ver. Me coincidió con un viaje a Washington y, lo que es peor, con una reunión de tres horas que empezaba justo a la misma hora que el partido, en un profundo salón de hotel sin la menor cobertura. Siempre me quedará el subidón al salir de aquella cueva y enterarme del resultado. Luego la vi en diferido, de vuelta a Madrid. Pero las sensaciones no podían ser ya las mismas, y por eso aquí he optado por no incluirla.

3 Comentarios

  1. PARA MI LAS MEJORES LAS DEL ATLETI QUE LLORÉ CUANDO ERA NIÑO CON EL GOL DE LUIS (CON EL OTRO ME QUEDE PETRIFICADO Y JODIDO HASTA HOY)….. LA DEL BAYER.MANCHESTER QUE FUE LA HOSTIA Y LAS TRES QUE HE VISTO GANAR AL MADRID Y LAS DOS AL BARSA CON MIS RESPECTIVOS COLEGAS DE CADA EQUIPO….. ESAS LAS DISFRUTE Y NOS EMBORRACHAMOS A CONCIENCIA….. A VER SI HOY TOCA LLORAR O EMBORRACHARSE…….

    1. Lo segundo, seguro. Como dijo Napoleón, después de la batalla beberemos. Si ganamos, para celebrarlo; si perdemos, porque lo necesitaremos

  2. Yo estuve en Glasgow, en Hampden Park. Llegando al estadio todos los escoceses nos saludaban a los de blanco con una sonrisa gigante. Todo el mundo contaba lo que había pasado «la otra vez». Raúl le robó la cartera a todo el estadio cuando marcó el gol, todos pensamos «pero a dónde vas!!», sólo el más listo de la clase se sabía el reglamento. Luego Lucio. «A ese hay que ficharle», y en mi fondo asentía todo el mundo. Luego RobertoCarlos llegó tarde a un balón y devolvió el balón al campo, hacia arriba. Juro por lo que queráis que toda la grada giró el cuello a la vez para ver a Zidane, la mirada fija en el balón que caía, calculando con pasitos muy cortos la mejor posición. Y cuando el balón aún caía, todos, todos, todos, nos empezamos a poner de pie. Y tras el golpeo, el ruido de la bota en el cuero y el ruido del balón en la red, que se pudieron oír perfectamente a pesar de que yo creo que todos todos todos empezamos a gritar gol justo en el instante en el que vimos salir el balón adivinando la trayectoria justa. Yo estaba allí, detrás del poste por el que entró el balón, justo en la perpendicular de Zizou.

    Y saltamos, gritamos, nos abrazamos a otra gente que no conocíamos de nada, y sin poder creerlo «qué golazo, ¿has visto lo que ha hecho, qué golazo» nos sentamos a cerrar los ojos y a esforzarnos en fijar en la memoria, décima a décima, la maravilla que habíamos tenido la suerte de ver.

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