Tiempo de eclipses

Se viene tiempo de eclipses. De sol, de luna. De todas las estrellas. Totales, parciales, anulares… En todas las esferas posibles. Y se viene penumbra de las mañanas a los sueños. Anuncian días de dudosa esperanza, realidades difusas, certezas que se desmontan. Nada de lo que creímos se sostiene y las sombras se ciernen sobre lo que somos y lo que habitamos.

Dicen que vienen en cadena y sin contemplaciones. Los que tienen día hora y previstos. A esos se les espera sin mayor inquietud, todo lo más, curiosidad. Los que acaecen de pronto y no dan pista alguna sobre su amplitud, mucho menos sobre su duración. Los que ya estaban aquí, ni nos dimos cuenta, pero fueron llegando a establecer el oscurantismo como norma y ley. Van a ser tiempos turbios. Apenas haga por renacer la luz, la secuestrarán y devolverán al ostracismo. No conviene la claridad.

Hasta la física nos traiciona. Un eclipse solía ser un fenómeno pasajero, pero los que se avisan tienen toda la intención de permanecer. De sumirnos en la oscuridad total y persistente. Amenazan estos con quedarse entre nosotros, asentarse en las ciudades y entrar en nuestras casas. Proyectar su efecto en cada movimiento que hagamos. Negarnos la perspectiva más allá del primer paso que intentemos dar hacia delante. O de lo que nos digan sin opción a responder.

También eran episodios aislados. Ahora hay uno en cada noticia, en cada comentario resignado y cada saludo desganado, en todos los semblantes opacos que circulan y se cruzan sin verse porque ni siquiera se van a mirar. Deambulan mentes nubladas que un día pudieron ser lúcidas, pero ya no quieren saber ni lo que pasa a su alrededor. No contemplan más mundo que el que acontece delante mismo de ellos, en sus pantallas, y todo lo demás es una vasta zona ensombrecida por el astro que se interpone entre su vida y la vida como es.

Entre lo que es y lo que nos dicen que debe ser. Y ya nos privarán de cualquier atisbo de visión que permita discernir lo real de lo establecido. Nunca pudimos mirar directamente al sol, pero ahora ni siquiera llegaremos a sentir su brillo ni su calor. Una nube eterna, un filtro vicioso, una masa amorfa lo cubrirá todo y vagaremos por las calles y los pasillos a tientas, por el único camino que seremos capaces de reconocer. Así nos quieren, tapados, ignorantes y adocenados. Nosotros mismos seremos el eclipse total.

Entramos en tiempo de eclipses. Y ya no queremos ni gafas para mirarlos.

(Foto: CharlVera)

Deja un comentario