Hace cinco años empezó esto. Comprendíamos, pero no entendíamos, lo que de repente nos estaba sucediendo. Mucho de aquello pasó, aunque en la memoria permanecerá siempre. Pero algo también se quedó. Cada año que hemos vuelto a pasar por esta estación, hemos mirado el paisaje alrededor. Y hemos echado cuentas. De lo que se iba, lo que seguía y lo que se acercaba. Y hemos seguido comprendiendo y no entendiendo. Algunas de esas lagunas estaban ya entonces o se anunciaban. Otras son rabiosamente nuevas. Y aquí estamos, en marzo de 2025, con todo lo que llevamos. Lo que hemos andado y cargado en este lustro. Lo que nos va cayendo en la vida. Vamos a ello, un año más:
Comprendo que ahora miremos aquello con más perspectiva y lo veamos quizás de otra manera.
Pero no entiendo que algunos, erre que erre, sigan esgrimiendo y argumentando lo mismo que entonces.
Comprendo que haya tanta gente que no quiera olvidar ni le dé igual todo lo que pasó.
No entiendo que ignoren, es más, denigren a muchos que todavía piden al menos una explicación.
Comprendo que se llame a las cosas por su nombre y se califique a algunos por lo que fueron e hicieron.
No entiendo que torpemente se les regalen kilos de razón llamándoles lo que, pese a todo y con todo, no han sido ni son.
Comprendo que cada uno quiera defender a los suyos.
Nunca entenderá a los que se obstinan en justificar lo indefendible. Mucho menos a los que pretenden mitigar culpas extendiéndolas y repartiendo miserias alrededor.
Comprendo que muchos queramos dar por superado aquello, disfrutar que seguimos en esta vida, hasta desquitarnos de muchas de las privaciones que sufrimos.
No entiendo esta ansiedad, como si el mundo se nos fuera a acabar otra vez.
Comprendo cómo son los negocios, a los que ganaron, a los que perdieron, los que se intentan recuperar, hasta a los que siempre han tenido la suerte de ganar…
No entiendo a los que intentan recuperarlo todo a toda costa y ya.
Comprendo a los que pueden pagar todo a cualquier precio, afortunados son.
No entiendo que muchos no se estén dando ni cuenta de que cada vez pueden pagar menos.
Siempre he comprendido que no pienses como yo y hasta lo defiendo.
No entiendo que, si intentamos hablarlo razonadamente, siempre seas tú quien zanja la conversación. Ni por qué siempre son los mismos los que rompen la baraja.
Comprendo que nadie tenemos la razón absoluta ni la posesión de la verdad.
No entiendo que no seamos capaces de ceder un milímetro en nuestras posturas.
Comprendo a los que se declaran de derechas, cuando se tienen motivos legítimos y personales para pensar así.
No entiendo realmente que algunos sean de derechas.
Comprendo a la izquierda cuando defiende causas que a mí me parece que cualquier persona sensata defendería.
No entiendo a esas izquierdas que se atizan entre ellas por imponer sus propias causas. Especialmente, cuando van y triunfan las más absurdas o extemporáneas.
Comprendo ser de derechas o de izquierdas.
No entiendo que me digan cómo tengo que ser.
Comprendo a los que instan a aprender para no volver a cometer errores.
No entiendo a esos que al minuto siguiente olvidan lo que se suponía que habían aprendido.
Comprendo que digamos que las crisis nos sirven para tomar lecciones y avanzar en mejor dirección.
No puedo entender que los mismos que arruinaron a tantos hace más de 15 años sean los que ahora toman otra vez el mando, y más cargados de razón que nunca.
Comprendo que nos quejemos.
Pero no entiendo que les hayamos dado la oportunidad de volver.
Comprendo que haya mucha gente decepcionada y desesperada.
No entiendo que piensen que la solución es esta.
Comprendo que hubiera para quien aquellos sanos criterios medioambientales, sociales y de gobernanza fueran en realidad un engorro más que un compromiso.
No entiendo que ni les importe que ahora constatemos lo falsos que han sido todo este tiempo.
Puedo comprender que haya que adaptarse a las circunstancias, y una de ellas es quién manda en cada momento.
No entiendo que aquellos que durante estos años estuvieron en frente, ahora se pongan detrás.
Comprendo que en su día nos escandalizáramos.
No entiendo que ahora lo estemos normalizando.
Comprendo que hoy los focos informativos sean tan volátiles y cambiantes.
No entiendo que haya países, pueblos y personas que parece que hayan dejado de existir.
Comprendo que, en el mundo que se viene, se piense que necesitamos reforzar nuestra seguridad.
No entiendo que nos preparemos para la guerra.
Comprendo que cada año que pasa tengamos menos.
No quiero entender que la vida que nos queda sea sólo restar.
Y muchas más cosas, pero sería interminable contarlas todas. Algunas, incluso, prefiero no decirlas. Por no parecer tan pesimista y terminar algo más esperanzado, me conformaré con que seamos capaces de comprendernos y quizás entendernos un poco a nosotros mismos.
(Foto: RaulGajardo)