De esa tarde…

No termino de recuperarme de esto. De aquello, nunca me he recuperado.

De esa tarde que aparecía soleada y las nubes acechaban por dentro.

Vendrían después más días luminosos, pero por tiempo siguió nublado.

Febrero era muy malo, decías. Yo no sabía qué decir, qué hacer…

En otras palabras,

Lo de hoy lo vivo todos los años. Pero nunca lo he vivido como este.

Ya me he acostumbrado a dedicarte este día. Pero ahora tengo que acostumbrarme a recordarlo así.

Aquí, donde estoy ahora. Donde no estaba otras veces.

Sin ir más lejos, el año pasado.

Ya no puedo mirarle de soslayo y aventurarme a imaginar qué estaría pensando.

Si era consciente y cómo se acordaba de esa tarde.

La primera, puede que la única, que le vi llorar.

Y días me costó dirigirle la palabra,

tan sobrecogido me dejó.

En otras palabras,

Ya nunca fue lo mismo.

La casa en la que entraba tanta luz empezó a hacérseme sombría.

Por piadosas alegrías que hicieran por permanecer, no podrían disipar las soledades.

Al entrar al salón notaba el silencio que había venido de súbito esa tarde.

La recia torre de la iglesia por la ventana. El arco iris que vi por primera vez. El balcón que debió dejar de existir.

Y el taller de pintura que ya no era. Ni rastro de los utensilios. De los encargos que debieron quedar pendientes.

Los cuadros como único, digno testimonio.

Pero allí no había fiesta de Venus.

En otras palabras,

No he fallado un año en recordarte, de todos los que van ya desde esa tarde.

Pero este es distinto.

Este, estarás quizás más acompañado y yo, seguro, más solo.

Nunca le pregunté, no quise o no me atrevía, cada vez que llegaba este día.

Tampoco le hubiera preguntado hoy, para qué nos vamos a engañar.

Ni sé, a decir verdad, si anhelaba la respuesta.

Porque puede que hoy ya la tenga.

Que baste con preguntarme a mí mismo.

Y a lo mejor no soy capaz.

En otras palabras,

Debo reconocer que la memoria me engañó durante un tiempo.

Equivocaba la fecha, aquella tiene otras historias y efemérides.

Hasta que un día caí en el error.

Esta es solo tuya. Ya no me cabe duda.

Lo que sí puedo decir

es que pude equivocar la fecha, pero no el día.

Esa tarde era soleada y la vida se nubló de repente.

Febrero era muy malo, decías…

Yo no sabía qué decir, qué hacer…

De esa tarde me queda

que fue cuando aprendí a recordar.

Y sigo aprendiendo…

(Foto: Myriams-Fotos)

Deja un comentario