Escribo porque…

Escribo porque...

Escribo y escribo, no paro, llevo mucha vida haciéndolo y no me va a importar seguir así.

Escribo porque siento, sin duda es el primer motivo, las palabras son la extensión de cada estado de ánimo y de conciencia. Cuando me visitan las ausencias y cuando decoro las paredes del alma, digo lo que tengo pendiente, lo que tenía hace tiempo, o suelto lo que viene tal como lo encuentro, y siempre sale a presión. Viajo a cada orilla de mi mapa y dejo que las corrientes me lleven, suavemente si suaves, violentamente si violentas. Escribo porque siento.

Escribo porque padezco, me duele la memoria y me aturden los ruidos del pensamiento. Necesito decir lo que me hace daño y si cuento hasta cien me hará cien veces más. No puedo obviarlo ni dejarlo pasar, lo expongo aunque a veces parece que hablo de otra cosa, a veces me salen frases que sólo yo entiendo porque sólo yo sé lo que llevan dentro. El dolor es mío y se queda en mis tazas, en mis posos. Escribo porque padezco.

Escribo porque amo, siempre tengo un impulso, un motivo, una razón, aunque a veces pueda ser poco razonable. Es cuando noto que algo me ilumina y casi sin proponérmelo, las palabras me salen como notas musicales, van solas y componen la melodía todas puestas en su sitio sin necesidad de ordenarlas. Evoco todas las miradas, los paisajes, me dejo de inteligencias mecánicas y lo juego todo a una. No reparo en efectos ni consecuencias, sino en lo que crece y se agita en mis cimientos. Escribo porque amo.

Escribo porque busco, me quedan tantas verdades por descubrir y pregunto a las noches y a los días. Tiene que haber más páginas que las impresas, capítulos nuevos, ciudades desconocidas en recovecos que parecen inexpugnables. No me conformo con lo que veo, con lo que dicen, y voy corriendo velos tras los que hallar mundos visibles o invisibles, de todos puedo aprender. Subo a las cumbres cueste lo que cueste para poder divisar más allá. Escribo porque busco.

Escribo porque dudo, se me agolpan los datos y las claves, voces y llamadas, a veces no sé por dónde tirar, avanzo inseguro por una historia que no sé si es real y, si lo es, adónde me llevará. Me revelo y me retuerzo en mi pusilanimidad, quiero atreverme y sin embargo me da vértigo llegar más allá. Vuelvo atrás, miro el camino que no tomé antes de dar por hecho que en efecto tampoco esta vez lo voy a tomar. Pienso quién sabe si no volveré. Escribo porque dudo.

Escribo porque sueño, aún creo que es posible, no me voy a detener por muchas evidencias que me planteen. Por mucho que me aseguren y repitan que no llegaré, que no conseguiré. Aún quedan líneas por completar, espero que muchas, y hay oportunidades detrás de cada folio. Algún día me leerá, algún día me felicitaré de haber acertado a explicar quién soy y por qué estoy. Y mientras, sigo cubriendo tramos de papel. Escribo porque sueño.

Escribo y escribo, en esto viene y se me va la vida. Escribo porque siento, porque padezco, porque amo, porque busco, porque dudo y porque sueño. Vivo y escribo, pero en realidad puede que todas estas razones no sean más que una, escribo porque no olvido. Eso nunca mientras pueda.

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