El e-mail “bomba”

e-mail bombaTodos hemos enviado un e-mail “bomba” alguna vez. Hemos contado hasta diez o hasta cien, antes de apretar el botón Enviar. A veces nos hemos arrepentido cuando íbamos por el “8” o por el “88”. Lo hemos guardado en el Borrador y días después lo hemos releído y hemos resoplado, menos mal que se quedó ahí. Otras veces, en cambio, hemos vuelto a contar, o lo hemos dejado reposar, fríamente, y llegado el momento B, “booom”. Y lo hemos visto desaparecer veloz rumbo a su objetivo. Cuando se trataba de enviar una propuesta, un presupuesto, una solicitud de algo importante, hemos dicho “Alea Jacta est”. Cuando le hemos cantado las cuarenta a alguien o hemos intentado sentar nuestros principios o marcar nuestro territorio, hemos dicho “ahí va eso”.

El e-mail sigue siendo un clásico. Es el género epistolar inmediato y conectado. No urge respuesta inmediata, pero la requiere, la solicita. Que no te respondan no suele ser buena cosa, no siempre, pero a veces puede implicar que algo va mal. Parece sonar a algo antiguo, hoy es más “cool” o más “hip” hablar de tweets y de “lo que puse” en Facebook. Pero es que no tiene nada que ver. Cada uno tiene su papel. El e-mail es comunicación biunívoca, tiene destinatario elegido, uno o muchísimos, pero todos tienen nombre y apellido, tú les quieres enviar justamente ese documento, esa nota de prensa, esa presentación tuya o ese plan para quedar el viernes, lo que sea. En la red social, por lo general, lanzas un mensaje al aire y allá quien lo tome. Y lo puede captar cualquiera, a lo mejor el que menos te esperas o quien justo no desearías, y puede que a otros muchos les pase desapercibido. Digo “cualquiera” de tu lista de amigos y seguidores, claro está, pero esa lista puede ser muy heterogénea, y a veces tienes en ella a gente o a entidades que ni conoces. Ya, también puedes interactuar bis a bis en FB o TW, incluso hay quien prefiere este medio, pero lo normal es emplear el e-mail. Porque es más cómodo, más flexible, porque te permite añadir más elementos… Porque está pensado para eso.

Y luego el e-mail tiene su punto, su momento de emoción. Y de peligro. Son ideas escritas que ahí quedan. En la red social es como las palabras que no se las lleva el viento pero sí la marea de nuevas entradas que van superponiéndose y dejando la tuya más y más abajo hasta desaparecer. Si metes la pata, si sueltas algo impropio, puedes tener la esperanza o la suerte de que pase desapercibido o casi. Salvo que seas una celebridad y además reincidente, y entonces te puede suceder como a Bisbal o a Alejandro Sanz. Pero por e-mail las palabras las puede cargar el diablo. A veces dichas quedan bien, y sin embargo plasmadas sobre el fondo blanco pueden resultar crípticas, lacónicas, mesiánicas, desafiantes, sentenciadoras. O esencialmente muy bordes. O absolutamente magistrales. Cuántas veces nos ha apetecido volver a abrir un e-mail recibido hace meses o años, simplemente para rememorar la sensación que nos produjo. O uno que enviaste, en ese caso será para jactarte, regodearte o a lo mejor para recordarte a ti mismo lo mal que lo hiciste. Eso no lo haces con un tweet. El e-mail es un género en sí que hay que saber dominar, sí, genero epistolar pero de nuestros tiempos y de nuestro lenguaje de hoy. Y ya te digo, qué a gusto se queda uno a veces después de enviar un e-mail bomba.

Y a ti, ¿qué es lo que más te gusta hacer después de enviar un e-mail bomba?

1 comentario

  1. Pues yo, más que e-mail bomba, soy más de sms bomba. Suelo esperar un poquito por si me contestan nada más recibirlo. Si pasan más de 10 minutos empiezo a darle vueltas a lo que he puesto, vuelvo a leer lo que he escrito, compruebo que el mensaje ha sido recibido…Me empiezan a entrar las dudas y llega el arrepentimiento por haberlo mandado. Entonces apago el móvil porque no quiero seguir esperando y me gusta creer que mientras está apagado voy a recibir la respuesta que espero, pero sin sentir que estoy esperando. Vamos, un horror. A la mañana siguiente, en cuanto me despierto por la mañana enciendo el móvil y…

Deja un comentario