Pues sí, los que nos dedicamos a la profesión de Comunicadores de nuestros clientes o nuestras empresas también hemos tenido –y tendremos- nuestros pequeños 23-F particulares. Me refiero a esa situación inesperada que te sume en el caos y te condena a una dramática y urgente búsqueda de soluciones, a veces, en efecto, a costa de una noche en vela. Ya sea por las horas que le tienes que dedicar, bien porque el problema te va a tener sin pegar ojo. Cuidado, no me refiero a las situaciones de crisis, para las que a los profesionales se les supone el valor y la capacidad para afrontarlas, así como toda empresa o entidad ha de estar prevenida o preparada. No, me estoy refiriendo a ese tipo de chapuzas caseras y encerronas cuartelarias, no previstas por ridículas, a veces previsibles pero con las que tropiezas pertinazmente, que en general poco tienen que ver con la naturaleza del negocio sino con conductas poco sensatas o simplemente con esa manera tan nuestra de improvisar, de salir del tiesto o simplemente de retorcer lo que iba bien derecho. Expongo algunos escenarios, supongo que cada uno podrá identificarse y, desde luego, sabrá añadir muchos más:
– La tarde antes de una reunión con el nuevo director general de la empresa, en la que el objetivo era simplemente conocerse, te enteras por casualidad de que viene con la intención de contratar otra agencia o a otra persona de Comunicación.
– Tienes todo listo para la rueda de prensa de mañana a las 10.00h, las notas de prensa, los documentos de apoyo, el material audiovisual… Lo has enviado con tiempo a tu cliente-jefe para que de sus input y su final aprobación, a fin de iniciar la logística de montaje. Y pasan las horas, cae la tarde, oscurece la Sierra… Te llama al fin… para tratar otro tema que de repente ha empezado a preocuparle intensamente.
– Te avisan de que MAÑANA viene el VP Sales Minerales and Terrific Bistec Development de la región de Eslabonia. Se ha reservado un hueco en su apretada agenda, a las 11.00h, porque le HAN prometido que le CONSEGUIRÁS una entrevista en un importante medio económico.
– Te llegan por fin, a altísimas horas de la noche, los muy cucos teasers que vas regalar mañana en la rueda de prensa, con su logo serigrafiado… y se han comido una letra en el nombre de la empresa. Microsft, Aple, Hewlet-Pacard, Samsonte, Pocter&Gambe… adivinen con cuál de ellas me pasó 🙂
– Tu cliente-jefe te pide que “le des una vuelta” al artículo de 12.000 caracteres, firmado por el super-consejero delegado, que te has comprometido a enviar al periódico antes del cierre. Te queda media hora y por supuesto, el super-consejero delegado lo tendrá que revisar.
– Te piden (muy muy por favor) que te escribas un CAPÍTULO de un LIBRO firmado por el super-consejero delegado. Un viernes para el lunes (1).
– El ejecutivo de turno te llama por la mañana, muy contento, porque se le ha ocurrido organizar UNA CENA con los tres top market analysts, y a todo el comité de dirección les ha parecido una gran idea.
– Te llaman porque el periodista que venía a hacer una entrevista a tu ejecutivo ha sufrido un accidente de moto. “Pero habrán puesto alguien para sustituirle, ¿no?”, inquiere muy preocupado el ejecutivo.
Te llaman para tu evaluación y revisión salarial anual, media hora antes de salir para el hotel donde tienes que reunirte con el director general, con el nuevo director para Sudamérica y veinte periodistas que vienen a verle. Como faltes, pierdes turno y échale meses…
El importante directivo va al volante por esa imponente meseta castellana y te toca atender las decenas de llamadas que bombardean su móvil. Así descubres de primera mano, en primera persona, algunos de los “indescriptibles marrones” que se ciernen sobre ti.
Bueno, estas son algunas que me vienen a la mente ahora, podrían ser muchas más. Y seguro que se os ocurren… por favor.
Eso sí, menos mal que somos duros y entregados, y casi siempre salimos al paso. Como aquellos camareros del Ritz, lo difícil lo tenemos al instante y para lo imposible tardamos un poco más. Y, eso sí, aclaremos que muchas veces estas situaciones tampoco son culpa directa del jefe-cliente –otras sí, ¿eh?- y hasta derivan en historietas entrañables que luego recuerdas con cariño y te gusta contarlas. Otras no.
(1) En este caso, justo reseñar que el “jefe” en cuestión te regala en compensación un finde en un parador. Por lo menos así da gusto.
Genial!!! me he reconocido en alguno de esos 23-F y lo peor… yo nunca tuve un finde como compensación 🙂