Poluciones mediáticas

Polución en Madrid Anoche no fui capaz de encontrar una estrella en el cielo de Madrid. A veces es imposible enterarse de lo que sucede si no se sale de casa. Nos hemos vuelto tan esquizofrénicos en la tarea de defender a “los nuestros” y dejar en evidencia a “los otros” que se nos ha quitado cualquier reparo o pudor en negar lo que sea, en silenciar el estruendo. Se trate de lo que se trate.

A ver, hoy día consumimos básicamente dos tipos de información: la inmediata y la dirigida. La radio y los medios on line por lo general sueltan la noticia según sale, sin pensárselo, ávidos de ser los primeros. Tiempo habrá de dimensionarla, matizarla y si es necesario desmentirla. La prensa en papel y los informativos de televisión gozan del beneficio de la pausa, lo malo es que hoy día la aprovechan para pasarle el filtro ideológico. Seleccionan, priorizan, estudian minuciosamente el enfoque que mejor satisfaga a los intereses que defienden.

Para tesis doctoral sería analizar y comparar las ediciones on line e impresa de un mismo diario. Cómo sale una noticia en la Red y cómo nos la encontramos al día siguiente en el papel. Bueno, si es que la encontramos. Los documentos que supuestamente comprometían al presidente del BBVA, Francisco González, desaparecieron en el Windsor, según se pudo leer en pantalla apenas unos días después del incendio… durante unos minutos, quien tuviera la suerte –yo por ejemplo- de entrar en elmundo.es en esos precisos instantes. Poco después la noticia había desaparecido para siempre. Como si la hubiéramos soñado.

Pero tenemos ejemplos a mansalva, sin ir más lejos esta misma semana a propósito del informe del FMI en el que se cuestionaba la gestión de Rodrigo Rato: de “El FMI critica con dureza la etapa de Rodrigo Rato al frente del organismo” abriendo la web el miércoles por la tarde, a “Demoledora autocrítica del FMI por sus errores ante la crisis financiera” en página 29 el jueves por la mañana, segunda de la sección de Economía y por supuesto ni mención en portada. En la página de enfrente, abriendo sección, “Caja Madrid saldrá al parqué en junio” a cinco columnas y presidida por una foto de… Rodrigo Rato.

Es lo que tiene contar con tiempo para reflexionar. Pero ¿no nos recuerda al tratamiento informativo que ejercen los medios oficiales en las dictaduras?. Contaba Alberto Miguel Arruti, de cuando fue director de informativos de TVE en los sesenta, que la noche en que los tanques soviéticos entraban en Praga tuvieron que llamar al ministro de Información –no otro que don Manuel Fraga Iribarne– para consultarle si debían dar la noticia y cómo debían darla. Eran tales horas de la madrugada que no tuvieron más remedio que despertarle, y el ministro, tal como se desperezaba escuchando el anuncio, respondió: ¿que están entrando en Praga… y hasta dónde van a seguir?”.

Pues da la impresión de que estamos en esos tiempos. Pero hasta cuando se informa de la polución que padecemos estos días. La inefable Telemadrid –esta sí que es una televisión de otras épocas, todo un revival para nostálgicos de aquella tele épica- lleva toda la semana empeñada en tranquilizar a los madrileños, insistiendo en que el aire de Madrid “va bien”, lejos de alcanzar niveles preocupantes, y además ya pronto va a llover; mientras, eso sí, con una voz en off caústica y tono digno de Hiroshima, informa de la terrible y angustiosa situación que se vive en Barcelona. Por su parte, hoy La Vanguardia titula que Madrid está mucho peor que Barcelona en contaminación. Tal como están las cosas, lo mejor que uno puede hacer es salir a la calle y comprobar que, en efecto, anoche no se podía ver ni una estrella en una zona poco transitada de Madrid. Pero esta solución no nos vale para todas las noticias.

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