Joan Manuel Serrat, siempre admiradísimo y querido por quien escribe, acaba de hacer unas declaraciones en las que defiende el cobro de todo lo que se consume en la industria cultural. Hasta ahí muy bien, no le vamos a quitar la razón. Lo que pasa es que se descuelga con el siguiente ejemplo: “Yo he pasado por delante de una charcutería, he agarrado un chorizo y me lo he llevado, de forma que el charcutero me ha dicho ‘oiga, que hay que pagarlo’, yo le he contestado ‘pues usted perdone, ¿qué le debo?’”. Y claro, aquí ya mezclamos churras con merinas, chorizos con canciones y, en definitiva, tangibles con intangibles. Intentemos no caer en lo obvio y recurrente, porque no creo que haga falta recordar que si Serrat se compra un chorizo, el chorizo es suyo; pero si yo me compro un disco de Serrat, el disco sigue siendo de Serrat, yo he adquirido una copia que conlleva el derecho a escucharla cuando y donde me plazca. Porque chorizo sólo hay uno, el charcutero podrá vender otros chorizos diferentes pero ese sólo una vez. Y desaparecerá, engullido o descompuesto, mientras que del disco se pueden hacer copias ilimitadas y se pueden vender esas copias toda la vida –no el disco, que seguirá siendo de Serrat y de su discográfica por los siglos de los siglos. Aún así, pongamos que aceptamos este chorizo como animal de compañía –o como ejemplo de distribución de la cultura- y vamos a seguir el juego surrealista. Supongo que Serrat –y cualquier mindundi- puede comprarse sólo 200 gr de ese chorizo, si es eso lo que desea consumir, pagando pongamos que 2 euros –no estoy muy al día en cuanto a los precios- y el charcutero no le obliga a llevarse el chorizo entero, que vale 30 euros. ¿No es así? Luego sales a la calle y te encuentras a un pobre que tiene hambre y tú le das unas lonchas para que se haga un bocadillo. Tú decides si cobrarle o dárselo, normalmente se lo das. Pero ¿ese pobre no tendría que pagarle una cantidad al charcutero por consumir el chorizo de su tienda? No digamos si el señor Serrat tiene invitados en casa y decide ponerles un platito de ese chorizo con un vinito –como el que se está tomando en la foto. ¿Debería cada invitado abonar una cuota al charcutero? Entonces, como sería imposible que el charcutero fuera recaudando a todos los que han probado el chorizo, decide incrementarle el precio un 10% o un 20%, en previsión de que no te lo comas tú sólo y otros se beneficien del producto sin pasar por la caja de la charcutería. Y podríamos seguir… Absurdo, ¿no? Pues cuidado con los ejemplos que ponemos, que luego hay gente que se los cree. Y yo sí creo que Joan Manuel Serrat tiene derecho a cobrar por sus canciones y sus conciertos, estaría bueno. Que hable con su discográfica. Ya que tratamos de chorizos.
Os dejo con este tema, que no he encontrado precisamente en una charcutería. Joan Manuel Serrat, De Cuando Estuve Loco, YouTube, gentileza de Osky2005