Para inaugurar los Lunes de Retranca de 2011, qué mejor que ir al Santiago Bernabéu y luego contarlo. Lo que uno vio, porque luego escucha y lee del partido y tiene la sensación de haber ido a otro. Estoy seguro de que yo asistí a un Real Madrid-Villarreal que se jugaba a las 19.00h. Pero lo mediático es lo mediático, esa es la dictadura. Uno disfruta de un partido eléctrico, con incertidumbre y momentos de buen fútbol, con jugadores que deslumbran, con destellos individuales y colectivos, buenos goles… pero luego los titulares son para Mourinho. Y en vez de una buena tarde de fútbol, resulta que a lo que asistí fue a un “lío en el Bernabéu”.
Para empezar, quise comparar. Dije la última vez que estuve, el 23 de octubre contra el Racing, que había encontrado otro Bernabéu Y yo qué decía de Mourinho, 25 de octubre, más metido en el partido, más atento y en tensión, se le notaba ilusionado. Pero he de decir que el que me rodeaba ayer volvía a ser el de otras ocasiones y de las últimas temporadas, ese fatídico murmullo, ese eco adormecido –que diría Nat King Cole-, discurrir de minutos sin que la gente se moviera, apenas los fogonazos de los goles y las pifiadas del árbitro le sacaban de la atonía. Y ya sí, en la segunda parte, según subían las pulsaciones del partido, subieron las de la grada. No cabe duda de que el desastre del Camp Nou ha hecho mella, ha bajado los ánimos de la gente, sigue noqueada un mes después, y el escepticismo ha vuelto a instalarse hasta nueva orden.
El Villarreal juega a chorros, da gusto verle. Las crónicas de hoy ya hablan –y no voy a insistir yo- de sus primorosos 30 minutos y de su apagón después, motivado no sé si tanto por su cansancio –evidente desde luego- como por su decisión de echarse atrás y renunciar a la posesión. Pero mientras estuvieron, los operativos de contención del Madrid sufrieron de lo lindo, Lass lentísimo, Ramos casi siempre descolocado, Albiol nervioso, Marcelo instalado en la demagogia del que es celebrado por sus salidas “heroicas” con el balón cuando de haber estado diligente en la cobertura de su banda se podría ahorrar esas “heroicidades”. Los amarillos se les escurrían como jaboncillo. Demostraron ser el verdadero y justo tercero de esta Liga.
Las portadas y los titulares de hoy –en dura competencia con Mourinho, claro- son para Cristiano. No es para menos cuando metes tres goles y además son decisivos. Cierto que a mitad de partido, antes del 2-2, en la grada se comentaba –no sólo yo- que salvo empujarla en el primer tanto, no estaba haciendo nada relevante. Pero al final echas cuentas de todo y suma mucho. Ayer sí. De hecho, el Villarreal se le da bien, el año pasado cuajó quizás su mejor partido contra ellos. Cuando tengo que decir una cosa la digo, y cuando tengo que decir la otra, también.
Pero seguimos con la dictadura de lo mediático. De lo que casi nadie habla es de que este Madrid tiene dos jugadores verdaderamente inteligentes y ayer se vio a las claras: Xabi Alonso y Özil. Durante muchos minutos –sobre todo de la segunda parte- pareció que ellos dos estaban jugando contra 20. Lo que ellos aclaraban, los demás embarullaban; lo que ellos iluminaban, los demás lo oscurecían. Eran los únicos que levantaban la cabeza en una reunión de cabizbajos. Siempre con criterio, siempre con sentido, con calidad y precisión. Luego, con Kaká –a ver si es verdad-, ya fueron tres jugadores preclaros y se notó. Pero ellos no metieron los goles ni dieron la nota, por lo tanto no ocupan las portadas ni los titulares.
Y dejo para el final a Mourinho, al contrario de lo que se lleva por ahí. Es que de lo que pasó en los banquillos nos hemos enterado más luego por la televisión y la radio que por lo que vimos allí en directo. Pero algo habrá que hacer en este club porque no podemos salir a lío por partido a cuenta del entrenador. Tenga o no tenga él la culpa –en Valencia no la tuvo realmente, pero sucede que unas veces siembras y otras recoges. Ahora va a hacer famoso hasta a su hijo. Eso de que dominaba perfectamente la comunicación y sabía concentrar sobre él la presión para descargar de ella a los demás era una patraña. No tiene ni idea de comunicar, de manejar los mensajes ni las relaciones con los medios, al menos los españoles. Y así no hace más que salir de una y meterse en otra, y así le va no ya a él, sino al club al que representa. Mucho madridismo se queja de que al Barça se le respeta muchísimo, demasiado a veces, y de que al Madrid decididamente no. Pero algo dependerá de uno mismo y algo no se estará haciendo bien.