Erase en 1968. Prudence Farrow era la hermana de Mia Farrow. Acudió con los Beatles y con otras celebrities de la época a los cursos de meditación trascendental que el Maharishi Manesh Yogi impartía en India. A diferencia de la mayoría de sus compañeros, ella se tomó muy en serio el motivo de su viaje, apenas salía de su habitación, concentrada en las sesiones y en los deberes que les asignaba su profesor. Entonces John Lennon le escribió algo tal como esto:
Querida Prudencia, ¿no quieres salir a jugar? Querida Prudencia, saluda al nuevo día, el Sol está alto y el cielo azul, en un día hermoso y tú también lo eres. Querida Prudencia, ¿no quieres salir a jugar? Abre los ojos, mira los cielos soleados, tú eres parte de todo. Querida Prudencia, ¿no quieres abrir los ojos? Mira a tu alrededor. Déjame verte sonreír. Querida Prudencia, como una niña pequeña. Las nubes formarán una cadena de margaritas, por eso déjame verte sonreír otra vez. ¿No me dejarás verte sonreír? ¿No quieres salir a jugar?
Creemos que no le hizo ni caso.
A la vuelta de su periplo hindú, John decidió grabar la canción para incluirla en el convulso –y después de todo genial- Álbum Blanco. Tomó la guitarra acústica mientras Paul McCartney tocó la batería, el bajo y el piano, y George Harrison la guitarra principal y rítmica. Y salió nada menos que esto: