Del transgresor al agresor

Transgresor vs agresor En nuestro periodismo, en nuestra literatura y en nuestra cultura hemos conocido figuras a las que su enorme y reconocido talento parecía concederles una licencia para, de cuando en cuando, salirse de pata de banco y, cuando menos, no dejar indiferentes a nadie, o cuando más, provocar genuinos escándalos. Nos viene a la cabeza Camilo José Cela, todo un maestro en este arte. A menor escala, Paco Umbral. Por supuesto Salvador Dalí. Y pienso que algo así debió ser Valle-Inclán. Entonces, como para justificarles, decimos que eran transgresores. Se aceptaba, formaba parte de su genialidad, aunque a veces poco de genial tenían algunas de sus “performances”. Otras sí tenían gracia, la verdad. Lo malo es que como los niños tratan de imitar a los mayores, los aprendices a los maestros y, lo peor de todo, los mediocres a los buenos, nos encontramos hoy en la escena mediática a un buen puñado de pretendidos transgresores que en realidad no lo son. Primero, porque no son genios; segundo, porque sus “diabluras” no son naturales ni espontáneas ni fruto de su personalidad, la mayoría vienen premeditadas y buscando causar un efecto; tercero, porque no tienen gracia.

No voy a poner aquí el vídeo de Salvador Sostres en Telemadrid porque no me da la gana, cada uno puede ir a buscarlo, que está muy a mano en la Red. Hablamos de tipos que lo mismo espetan que “hablar español es de pobres” como insultan a Labordeta y a Marcelino Camacho de cuerpo presente. En distintas épocas y en distintos medios, claro, que no siempre paga el mismo. A Jiménez Losantos le preguntaron un día qué opinaba su hijo de las cosas que escribía y respondió que “si me dice algo, le contesto que gracias a lo que escribo ha podido estudiar en Estados Unidos”. Ahí está la cuestión. No hablamos de transgresores por pose estética, por actitud ante el mundo o por sus contradicciones intelectuales. Hablamos de Show media, cuanto más llames la atención más te pagan y más barbaridades escribes. No les importa mentir y repetir la mentira hasta que la gente se crea que es verdad. Usan profusamente la fórmula del “Todo el mundo sabe…” para presentar lo que ni ellos mismos se creen. No rectifican nunca. No les importa lo que ni a quién se lleven por delante. Tampoco les echa atrás no saber de lo que están hablando, ni se ponen al teléfono cuando pretendes, por lo menos, explicarle en buen tono y con tu mejor voluntad cómo es y cómo funciona esa cosa sobre la que acaba de catequizar con tanta soltura y suficiencia. Conozco a uno que una vez reconoció en privado al dolido interesado su dañina infamia de esa noche en una tertulia televisiva: “perdóname, es que hoy no tenía nada que contar y solté eso”. Que yo sepa, no lo reconoció en público.

Funcionan no de acuerdo sus ideas ni con el lícito ejercicio independiente de su profesión, sino según la ley de oferta y demanda. Cuando impactaba, por audaz, salir en la tele diciendo que se era comunista, ahí se apuntaban, sabían que el riesgo ya era mínimo y sin embargo había mucho beneficio por obtener. Cuando eso ya deja de ser novedad, se postulan como defensores de los “degradados valores cristianos” y nuestra cultura tradicional (profunda, más bien). Porque choca más, vende más entre sus nuevos consumidores. Saben que están bien respaldados, las ideologías reclutan a esta gente, de un signo y de otro, y tras ese parapeto se les consiente todo. Porque lo peor no es lo que ellos suelten por esa bocota o por ese plumón, que eso forma parte de la libertad de expresión que siempre defenderemos. Es que sus sandeces se dogmatizan, se homologan al servicio de una causa –la que les sustenta- y los seguidores de esa causa se lo creen todo a pies juntillas, hacen de ello su catecismo. Y les perdonan absolutamente todo. Se les justifica -“es solo literatura”, “es que es un transgresor”. Y de transgresor nada, para eso hace falta una categoría de la que estos quedan bastante lejos. Todo lo más, se quedarían en agresores. De muchos, entre ellos de los engañados que les siguen, del buen gusto que hipócritamente declaran defender. Y fundamentalmente de su profesión.

P.D. Mira que la petición de expulsar a Sostres tras el escándalo de ayer viene del Comité de Empresa de Telemadrid, aún no veo que se haya pronunciado la dirección de la cadena, y me da que al final van a cerrar filas en torno a él como hicieron con Sanchez-Dragó. Ya he escuchado a un político del PP expresarse sobre el tema con la típica tibieza del que está pensando “Huy, aquí no me mojo que luego me pintan la cara”.

4 Comentarios

  1. Ese es un soplapollas como la Catedral de Burgos de grande. En El Intermedio ya le han dado caña en varios programas por sus perlas.
    Es más y para que veaís a donde llegan estos del TDT Party que ya ha ido a Intereconmía como tertuliano, y eso que se ha cagado en todo lo cagable desde su búnker catalán.
    Ahora saldrá la que fuera Ministra de Cultura, que de cultura ya demostró su talento, para decir que eso el literatura.
    Resumiendo, esto es lo que nos queda, madrecita que me quede como estoy.

  2. Y además con niños de colegio entre los espectadores y no se cortaba el imbécil. Y digo yo, eso no es delito, que lo metan en la trena que verán lo que le pueden hacer ahí dentro unos cuantos.
    Como una famosa frase de Pulp Fiction, «van a hacer con tu culo el medievo» y se le va a quitar las gilipolleces que tiene.
    Y la San Sebastián?, vaya personaje siniestro.

  3. DE ESTE TIPO DE GENTUZA NO HAY NI QUE HABLAR, NI HACER BLOGS, NI NADA, IGNORARLES TOTALMENTE……. QUE PRECISAMENTE VIVEN DE ESO, DE QUE HABLEMOS DE ELLOS….

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