Después de todo, hemos llegado a tiempo y estamos donde teníamos que estar. Lo que pasa es que, en vez de hacerlo por el camino más recto y rápido, le hemos dado un angustioso rodeo. El grupo era claramente de España y Chile y así ha terminado, lo que pasa es que el abanico que nos pilló por banda en la primera etapa (como diría nuestro querido Tío del Mazo) estuvo a punto de dejarnos en la cuneta, nos obligó luego a remontar y para ello había que armarla hasta la última jornada. Y ello podía haber tenido consecuencias nefastas: que nos descalabráramos en el intento, y los primeros 20 minutos de ayer hicieron presagiar lo peor; o que descalabráramos a Chile, y al descanso, con 2-0 y uno menos, era para darlo por seguro. Pero finalmente se hizo justicia, pasaron los dos mejores y en el orden que nos convenía a nosotros. Y por mucho que nos critiquen esa segunda parte de pase usted por favor, no usted faltaría más, no se ha hecho nada distinto de lo que hacen dos equipos en la última jornada cuando ven que a ninguno le conviene arriesgar. Lo hemos visto en TODOS los mundiales y el que no se acuerde que me lo diga y yo se lo recuerdo partido por partido y equipo por equipo. Al final, se queda fuera Suiza simplemente porque ha sido incapaz de meter más gol que el infame y cochambroso que le tocó en la lotería del jodido debut. Si ayer le hace dos a Honduras, la segunda parte entre las dos rojas hubiera sido la guerra de Todos los Santos –como el famoso lago rodeado de volcanes-, como lo había sido la primera. Pero todo esto ya es pasado, ahora empieza un nuevo mundial y sólo cuenta lo que ganes o pierdas a partir de hoy. Llegan los partidos de pierde-y-paga –buenos días, José Ramón Trecet-, suerte a las dos, Escudo y Mahou a nuestra salud.
Byenrique 