La consultora IDC lleva siete años elaborando, por encargo de la Business Software Alliance (BSA), su estudio sobre piratería de software en el mundo. El índice de software ilegal en España se mantiene en el 42% y supuso en 2009 unas pérdidas de 707 millones de euros. Ahora, la misma consultora elabora, por encargo de la Coalición de Creadores, el estudio sobre la piratería de cine, música, videojuegos y libros en España. El índice se sitúa en el 76% –el general, porque en el caso de la música se va al 96%- y supuso, sólo en el segundo semestre de 2009, unas pérdidas de más de 5.000 millones de euros. Me pregunto si IDC utiliza la misma metodología para ambos estudios. La del software la conozco, hay quien la cuestiona pero tiene su razón de ser. En el caso de la piratería audiovisual, me parecería inviable hacerlo igual. Más diferencias: en el caso de la piratería del software, las pérdidas son las de la industria, los fabricantes que sufren la falsificación de los productos que venden y dejan de ingresar por ellos; en la música, el cine, los libros… las pérdidas se reparten entre una amplia cadena que va desde el creador hasta el establecimiento que lo vende, pasando por editores, empresas distribuidoras y –ah, hombre- la entidad de gestión correspondiente a cada negocio cultural. Es decir, en la del software no hay prácticamente intermediarios, los 707 millones los pierden los fabricantes y el canal, pero como éste también piratea… En la audiovisual, ¿qué parte de esos 5.000 millones los han perdido realmente los creadores? Y de esos creadores, ¿Cuántos habrán obtenido sus ingresos por otro lado, ofreciendo sus obras por otras vías alternativas, incluso “vendiéndolas” por su cuenta? Porque a lo mejor resulta que muchos sí se han tomado la molestia de pensar lo que sus gestores y “defensores de su propiedad intelectual” se han negado a molestarse en pensar. Y se han negado sistemáticamente. Resulta que el estudio de IDC sobre las industrias culturales refleja que el 50% de los internautas estaría dispuesto a pagar por los contenidos que obtiene en Internet. Revelador dato, que a lo mejor deja a más de uno evidencia y ni siquiera se dan cuenta de ello cuando lo difunden. Porque nos quejamos de los piratas pero ¿quiere esto decir que, si las diferentes industrias culturales hubieran desarrollado propuestas, fórmulas razonables y modelos de negocio bien diseñados en Internet, habría la mitad de piratas y las pérdidas asociadas serían ahora drásticamente inferiores y menos dolorosas? Pues tiempo tuvieron, y nada. Cero propuestas. Excepto la de controlar, vigilar, cobrar canon, pedir el cierre de páginas, exigir que los gobiernos hagan de policías a su servicio. Pero imaginación, ninguna. Escasa creatividad la que han demostrado en favor de los creadores. Cada vez parece más evidente que una industria cultural sostenible y a la vez accesible al gran público pasa por propuestas innovadoras, sin necesidad de resignarse al “gratis total”. En el cine ya se ven algunas, la industria parece que va a tomar un giro; en los libros parece que están trabajando, que algo saldrá. En la música se me antoja ya tarde, muy tarde mi amor.