A propósito del apéndice

Bueno, parece que tuvo bastante eco el post que publicábamos antes de Semana Santa en esta sección El apéndice del cliente, en el que hablábamos de lo que hemos dado en llamar el “apéndice” de comunicación. Hasta me han llegado informaciones de que en algunos círculos amigos se han instaurado porras acerca a quién o a quiénes podíamos estar aludiendo. Pues siento defraudar las expectativas porque, en primer lugar, no es política de esta sección señalar a nadie (en otras del blog sí lo hacemos, pero se trata de personajes públicos que les va en el sueldo y además se lo ganan a pulso); y en segundo lugar, la figura representada en aquella historieta sería un compendio de diversas actuaciones y perfiles con los que, en efecto, sí he convivido o he visto convivir a colegas míos. Es decir, se trataba, si se quiere, de una síntesis del apéndice.

El apéndice –que diría Felix R de la Fuente- es una especie singular, proclive a darse en diferentes ecosistemas de la comunicación y originario –o resultante- de muy diversas situaciones. Algunas de ellas pueden ser:

– Empresa por lo general pequeña, sin un director o responsable de comunicación, función que asume el director general trabajando directamente con una agencia. Pero puede aparecer, dentro de ese reducido staff, alguien que pretenda autoasignarse ese rol vacante y ponerse en medio.

– Empresa muy grande, con muchas divisiones, donde a veces la mano izquierda no sabe lo que hace la mano derecha. Cuando se aborda un proyecto de comunicación que atañe a una división concreta –que no suele ser la que habitualmente más “comunica” dentro la organización- suele aparecer alguien – puede ser un comercial, account manager, ejecutivo de cierto nivel- por lo general con poco tiempo en la compañía y con ganas de apuntarse tantos, dispuesto a “liderar” el proyecto, aunque sea en directa competencia con el director de comunicación de la compañía y exigiendo el reporte directo de la agencia o de los profesionales encargados de implementar el plan.

– Director de comunicación con poco peso y respaldo de la dirección de la compañía –sin entrar en las razones por las que eso suceda- que al verse desplazado intenta por todos los medios hacerse presente, importante e imprescindible.

– Persona muy animosa y decidida que entra a trabajar en el departamento de comunicación de una compañía, sin ser el director, pero claramente se ve que aspira a serlo en un breve plazo.

– Organizaciones en las que no están claramente definidos los roles, y al tema de la comunicación –quiero decir al lado “bonito” de la comunicación- se apunta cualquiera porque salir en los medios, claro, es muy goloso.

El apéndice tiende a ser un elemento efímero, que aparece y desaparece con el proyecto o a poco que se le ven las intenciones, y si no lo que le retratará serán sus propios resultados. Una organización en la que la cadena dirección general – dirección de comunicación – agencia/departamento funcione con fluidez es el mejor antídoto para detectar estos fenómenos y erradicarlos rápidamente. Cuando algo falla en ese engranaje, los apéndices encuentran caldo de cultivo y son muy proclives a aparecer porque parten de la base de una premisa que ya avanzábamos en el primer artículo de esta sección Peroestocuandosale?, y es que de comunicación “sabe” todo el mundo.

Por eso es como un apéndice: no suele ser grave si se ataja a tiempo y relativamente fácil de extirpar, pero mientras dura puede llegar a ser muy molesto. Claro que casos de peritocomunitis también se han dado, pero ese ya es otro tema.