Félix y la Tierra

Felix Rodriguez de la Fuente2

Claro, no era casualidad que este fin de semana haya puesto aquí un juego sobre aves rapaces. La primera profesión que yo quise ser –ya en serio, después de astronauta, futbolista o bombero- fue zoólogo, sobre todo si podía dedicarme a estudiar los felinos; después derivé en ornitólogo y a la tercera ya fue la vencida: periodista, a lo mejor por tratarse de una actividad que tiene bastante de gatuna y aguileña. De Félix Rodríguez de la Fuente no voy a repasar ahora su biografía, que ya lo están haciendo profusa y acertadamente los medios en este 30 aniversario de su muerte el día de su 52 cumpleaños. Ni siquiera voy a consultar datos en Wikipedia o similares. Voy a tirar de sensaciones, tal como me llegan y las recuerdo ahora. Ya decía el otro día que los niños de aquella época solo teníamos una cadena de televisión, pocos medios impresos y por supuesto nada de Internet ni ordenadores. Por eso es fácil que los de mi generación coincidamos bastante en nuestros ídolos y referentes. Pero en el caso de Félix eso ha tenido su efecto positivo, y es que así pudo llegar y concienciarnos a muchos acerca de lo que significa respetar el medio ambiente, cuidar el entorno, proteger a las especies. Era el único que nos lo decía, no había ecologistas y verdes con la representatividad que han alcanzado luego. Y nos llegó. Me atrevo a decir que mi generación –los niños y adolescentes de los años 70- puede haber sido la primera en este país que ha tomado una cierta conciencia sobre las cuestiones ambientales y las ha intentado inculcar a los que han venido detrás.

Cuando a mí empezaba a gustarme esto de la fauna, Félix tenía un programa los sábados que se llamaba Planeta Azul. No tenía una temática específica, salían animales y escenas de todo el mundo, leones e insectos, de África o de Asturias. Yo empecé a comprarme los fascículos de Fauna, porque los escribía él –o eso nos aseguraba Salvat– y para mí era quien tenía más credibilidad. Si leía en un libro, de los muchos que ya tenía, que el ñu azul tiene una longitud sin cola de 230 cm y en Fauna leía que de 240 cm, pues eran 240 y no se hable más.

Después ya vino El Hombre y la Tierra. Primero la serie venezolana. De la selva tropical a las zonas desérticas, arrasadas por una cruel sequía. De los Yanomamos navegando por el río Orinoco a las anacondas que había que rescatar de las ya charcas inmundas que habían sido lagos para llevarlas a zonas más prósperas donde vivir con más posibilidades. Las capibaras a las que destrozaban el cráneo a palos; el tapir, la nutria gigante, y sobre todo el jaguar –el tigre lo llaman allí- el mayor felino sudamericano, el verdadero rey de la selva tropical amazónica, pre amazónica y sub amazónica. Casi la palman cuando al equipo en pleno les sorprendió una tormenta en el Cerro Autana, montaña sagrada de los indígenas que emergía de la espesura verde. Ese episodio fue de poner los pelos de punta (en esto sí, he tenido que usar chuleta porque no me acordaba del nombre del cerro).

Y ya la serie ibérica. Entonces la semana tenía dos hitos ineludibles: el miércoles al kiosko, a por el fascículo verde de Fauna Ibérica; los viernes por la noche, después de cenar, arrancaba esa musiquita que a mí ya me producía casi el efecto de la campanilla al perro de Pavlov. El muflón, la cabra montés, el abejaruco, el oso pardo, el paraíso que eran las Tablas de Daimiel, qué cosas… y sobre todo el lobo. Le pusieron a parir cuando salió en defensa del malo, del despiadado predador que amenazaba los rebaños y el negocio de los pastores, estos salían en batidas con fusiles, palos y garrotas. Y Félix los retrató con expresiones de odio desmedido, y a la loba como la víctima que no tenía escapatoria y hacía lo posible por al menos salvar a sus lobeznos, al final no lo conseguiría. Otro episodio dramático –y también le dieron lo suyo por aquello- fue el del desaprensivo que espolvoreaba unas pizcas de estricnina en un pedazo de carne fresca y roja. Un zorro –creo recordar- lo encontraba y se lo merendaba, al rato yacía inerte, y entonces llegaban los cuervos, los buitres… a darse el banquete y en segundos todos espatarrados en una cadena mortal. En cambio recibió reconocimiento científico por el experimento del alimoche, que aprendía por instinto genético a romper a pedradas los huevos de avestruz.

Pero ese El Hombre y la Tierra rodado en nuestros campos nos descubrió una de las grandes pasiones de Félix: la cetrería. Y despertó, ya digo, una de mis obsesiones de esos años: las aves rapaces. Del halcón peregrino al águila real, del buitre negro al azor…  casi todas las de nuestra fauna pasaron por allí. Incluso cuando no eran los protagonistas del capítulo aparecían de repente por allí, estaba claro que Félix no dejaba escapar la oportunidad de darles cancha. Y claro, yo feliz. En aquella época, cuando me llevaban de excursión por cualquier paraje de nuestra geografía, fuera llanura, montaña o litoral, me pasaba las horas mirando al cielo, a ver si divisaba uno de esos pajarracos, por supuesto sabiendo previamente cuál sería factible encontrar en aquel hábitat en cuestión. En aquellos episodios Félix hizo célebres sus cuadernos de campo. Y claro, faltó poco para que saliera a los kioskos una nueva colección. Y ahí iba yo a comprarme los “cuadernos de campo”.

El 15 de marzo de 1980, por la mañana, yo ya sabía que quería ser periodista. Los felinos y las rapaces habían dejado de ocupar el primer lugar de mi hit parade de pasiones, aunque tampoco los tenía del todo olvidados. Pero yo ya había constatado que era de letras, estaba por la literatura, la música que ponían en los 40 Principales, aprendía a escribir digamos que decentemente –al menos ya no se reían de mí en clase- y andaba pendiente de si el Madrid ganaba por fin ese año la séptima Copa de Europa, cuya final por cierto se jugaba en el Bernabéu, coincidencias del destino. Ajeno a lo que ya había sucedido, salí a primera hora, fui de compras –recuerdo que una cazadora roja y un disco de Neil Diamond, Stones. Cuando llego a casa me dice mi madre que ha llamado mi tía. Al rato me llama un amigo. Qué triste me sonó ese disco, y mira que es y sigue siendo bueno. Me quedé atontado todo el día. Me sentí vacío. Fue de esas terribles primeras veces que constatas que es verdad que la vida se te escapa.

Nunca he terminado de superar esa pérdida, es la verdad. Me deprimía pensar que la figura de mi gran amigo Félix pudiera quedar tristemente reducida a una estúpida canción de Enrique y Ana. La odio con todas mis fuerzas, os lo digo. Luego, cuando ya no podía defenderse, se revelaron y criticaron algunas de las prácticas que llevaba a cabo para sus documentales, lo que pasa es que también ha salido –afortunadamente- quien ha aportado argumentos para defenderlas, sobre todo teniendo en cuenta que no hubo truco, que lo que retrató y nos dio la oportunidad de presenciar en primera fila fue lo que realmente sucede en ese día a día de la Naturaleza que nosotros somos incapaces de captar cuando salimos a la calle, compramos el periódico o arrancamos el ordenador de la oficina. Y al final todo fue en beneficio del medio natural, de las especies, de la tierra y, en definitiva, de nosotros. Me alivia ahora comprobar que, treinta años después, su obra es plenamente reconocida y además sigue tan vigente. Se han disipado mis miedos y ya solo siento que durante estas tres décadas ya no hemos tenido la oportunidad de ver nuevos capítulos, nuevas series, y nos ha quedado ver repetidos los que había, aunque no es poco. Sería muy previsible que yo aquí terminara dándole las gracias a Félix. Pero no hace falta. Creo que todos los que amamos este mundo y nos admiramos, simplemente, al contemplar un paisaje o que sabemos distinguir un guepardo de un leopardo o un halcón en vuelo de un aguilucho, ya le estamos dando las gracias todos los días.

(Foto: RTVE)

2 Comentarios

  1. NO SABÍA VUESTRO DOMINIO DEL MUNDO ANIMAL…… AUNQUE LOS DE NUESTRA GENERACIÓN HEMOS CRECIDO CON FELIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE Y ESA MUSICA DEL PRINCIPIO NO SE NOS OLVIDARÁ NUNCA…. NI LA IMAGEN DE LA COBRA O LO QUE FUERA QUE CASI SE LO ZAMPA…….. YO SI RECUERDO LA NOTICIA DE LA MUERTE COMO UN SOCK…. ES DE ESAS NOTICIAS QUE NO SE TE OLVIDAN…… FUE MUY TRISTE….. DE TODAS FORMAS FELIX ERA COMO COUSTEAU EN FRANCIA PERO ALLÍ LO TIENEN A COUSTEAU COMO UNA LEGENDA NACIONAL INTOCABLE Y AQUÍ TODAVÍA HAY QUE OIR TONTERÍAS Y SANDECES SOBRE SI AMAESTRABA A LOS LOBOS…….. LO DE SIEMPRE…..

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