Hace poco escuché que si la cebra fuera capaz de discernir como los humanos, su aspiración no sería correr más que el león sino ser más rápida que las demás cebras. Desgraciadamente, es verdad que muchas personas son –o somos, lo voy a poner en primera persona para no parecer que me escaqueo, vamos, para no parecer una cebra. Somos –decía- solidarias, colaboradoras, asociativas… hasta que vemos el peligro de cerca. Entonces, por lo general, se impone el “salvo el culo” o ”marica el último”.
Los países son humanos y, por lo tanto, actúan en esencia como personas. Siempre me ha dado por mirar el mapa, ver los países juntos, ahí colocados, y hacerme la idea de una clase de cualquier colegio. Ahí están el listo de la clase, el fuerte al que todos temen y respetan, el pelota, el tonto, el tocahuevos que siempre se protege en el fuerte que es su amigo, el que va a su bola y no se relaciona con casi nadie, los que tienen capacidad para convertirse en los jefes de su grupo, los que hablan y se les oye más alto que a los demás… Mientras hay paz, en el recreo o cuando salen de excursión, todos van juntos salvo excepciones. Pero cuando viene el peligro, el castigo, el examen final, la cosa cambia. “Ha sido ese”, “yo primero”, “¿por qué me suspende a mí si mi examen está igual que el de fulanito (que lo sé yo que lo he copiado)?”.
En Europa llevamos siglos pretendiendo construir una unidad de destino, si no en lo universal sí al menos en lo práctico. Y a los países, a sus dirigentes, se les llena la boca de unidad, aspiraciones comunes, identidad de una gran nación… Pero amigo, cuando viene el peligro, cuando hay castigo por medio o te juegas la merienda… pues sálvese quien pueda. Es decir, no me comparen con Grecia, estamos mejor que Italia, somos el único país de la UE que cumple los indicadores, estaremos mal pero mira ese… Entonces las relaciones diplomáticas terminan por resumirse en ¿Cómo estás? Pues anda que tú…
Es lo que tenemos, sí, el mundo en el que vivimos que decíamos ayer. Los países somos personas, y como tales, nuestra máxima es correr más que los otros países. Cuando se vaya el león volveremos a pacer juntitos.