Los que saben y saben…

Cada uno puede deducir quiénes son. Los que llaman a tu casa y entienden que has de recibirlos, los que entran en tu conversación sin que se lo hayas pedido o simplemente deciden que tienes que hablar con ellos y no seguir pensando en tus cosas. Debes prestarles atención. Porque vienen llenos de razón. Los que se saben tu vida mejor que tú, conocen tus problemas y su correspondiente solución, que invariablemente será la opuesta a la que tu creías; los que siempre han tenido y tendrán más conocimiento de causa que tú. Los que se sientan a tu lado, como si no hubiera más sitio en todo el bar, se invitan a tu copa, te echan el aliento, se fuman tu tabaco, te echan el humo con su aliento y te espetan su sabia doctrina. Ojo con no escucharles, con mirar hacia otro lado. Tienes mala cara, es que andas mal, estás equivocado, es que no sabes adónde vas. Si dejaras que ellos guiaran tu futuro… Son los que te dicen si has hecho mal o bien y tú no sabes qué, pero además te explican por qué, saben lo que estabas pensando cuando lo has hecho mal o bien y, lógicamente, lo que deberías haber pensado para actuar correctamente. Ríndete a su evidencia, a su elocuencia, a su clarividencia. Su percepción es la verdad, tu certeza un craso error. Los que preservan tu vida y tu libertad tal y como ellos han previsto que sea tu vida y tu libertad, claro está. Los que son tan generosos que miran por ti, opinan por ti, intentan hablar por ti y si pudieran joderían por ti. Los que reclaman la potestad de ¿influir? no, de decidir sobre tus gustos, tus manías, sobre tus noches, tu matrimonio, tu sexo, tu embarazo, tu trabajo, tus angustias… Tú no estás suficientemente preparada ni preparado, y tu circunstancia es cosa suya, a ver qué te has creído. Los que saben y saben, te dicen cómo deberías ser pero no tienen ni remota ni absoluta, es decir, ni reputa idea de lo que tú quieres ser. Anda y que les den…

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