No ha podido ser más acertado el símil (*) del secretario de Estado, Francisco Ros, durante la presentación de los nuevos datos del estudio de IDC sobre piratería de software, a cargo de la BSA. Por un lado, el software representa, como ningún otro elemento, los cimientos de la Sociedad de la Información; y por otro, donde verdaderamente está quemando la piratería es en los cimientos de esta industria.
El software convive con la piratería prácticamente desde que nació. Otras industrias se han topado con ella hace relativamente poco. Cuando alguien ve que le quitan lo que es suyo, que vulneran su propiedad intelectual y le arruinan el negocio, la primera reacción natural es apelar a la legalidad, llamar a la policía, pedir castigos ejemplares para los infractores. Después, cuando ves la cosa no funciona como esperabas, que esto es bastante más complejo que robar un bolso, que muchos incluso no lo ven como tal delito y que tú acabas pareciendo el malo de la película, te das cuenta de que a lo mejor tendrías que hacer otra cosa. Te das cuenta de que, además de ampararte en la Ley y reivindicar tu derecho de propiedad, quizás tengas también qué explicar cómo es tu negocio, qué cuesta dinero y por qué, qué beneficios aportas y, en fin, convencer a los demás de que a todos nos va a ir mucho mejor, en todos los aspectos, si nos facilitamos la vida los unos a los otros. Esto lo entendió la industria del software hace tiempo. Otras industrias están aún en la fase de entenderlo.
La BSA, que es la asociación de empresas de software que se unen para promover el uso de software legítimo, comprendió en su día que el discurso, al menos en España, había de ser otro. Comprendió qué es lo que había que decirle a las empresas: que utilizar software pirata es una chapuza, que a cambio de ahorrarse unos euros lo que están haciendo realmente es perder dinero por falta de eficiencia y operatividad, sobre todo en un escenario de negocio cada día más global e interconectado.
Comprendió qué era lo que había que decirle a la Administración: que la economía española está perdiendo sangrantes cantidades de dinero -740 millones de € en 2008- y puestos de trabajo; que el problema no afecta sólo a las muy conocidas multinacionales americanas sino, sobre todo, a pequeñas empresas locales, los cimientos de que hablábamos; y, muy importante, que el efecto de la piratería de software es también horizontal, no afecta solo a esta industria sino a todas las demás industrias que son usuarias de programas informáticos y ven lastrada su competitividad. Como señala el presidente de la BSA en España, Luis Frutos, “el impacto del uso fraudulento del software afecta gravemente a la productividad, a la capacidad de innovación y al desarrollo de cualquier sector empresarial”. Sí, los cimientos otra vez.
Y finalmente, comprendió BSA lo que tenía que decirle a la sociedad en general: que el usuario de a pie no tiene por qué preocuparse ni sentirse amenazado, que acceder a las tecnologías y a buenos productos, seguros y actualizados, no tiene por qué ser caro, puede incluso ser gratuito en según qué casos; pero cuando se trata de empresas, éstas tienen que considerar el software como un activo en el que tienen que invertir, como cualquier otro bien de equipo, ya que es una herramienta esencial para su actividad y su buen uso contribuirá al beneficio empresarial.
Los datos presentados ayer por la BSA reflejan el menor índice hasta ahora registrado de piratería de software en España: 42%. Muy alto todavía, eso sí. Estamos todavía a siete puntos de la media de la Unión Europea y a nueve de los países de Europa Occidental, que es a quien más nos queremos parecer. Pero si tenemos en cuenta que hemos bajado cuatro puntos en dos años, que entonces estábamos a 11 puntos de la media mundial y ahora estamos solo a uno, y que poco a poco vamos recortando distancias con Europa, lo que se deduce es que ese cambio de política y de discurso está dando sus resultados. Entre otras cosas, se ha conseguido la implicación de la Administración, en especial del Ministerio de Industria, que nunca había apoyado tan decididamente la causa de los fabricantes de software como ahora lo viene haciendo.
En definitiva, parece que a la industria del software se le escucha ahora con otros oídos, y se le entiende mejor que antes. Aunque cueste un mundo cada punto que se consigue bajar en el índice de piratería. La PYME sigue siendo el gran desafío, lo que supone una tarea tremenda en un país en el que más del 95% de las empresas son PYMEs. Y luego está Internet, que poco a poco se va erigiendo en el escenario favorito para la circulación de productos ilegales, aunque no me consta que la BSA se signifique –y posiblemente no tenga por qué hacerlo- entre los grupos más activos a la hora de endurecer la persecución contra las descargas P2P. La lucha sigue ahí, por lo tanto, pero ya no se cuentan las batallas por derrotas. Mientras el software siga haciéndose valer como “los cimientos” de la Sociedad de la Información, todo puede irle mejor a esta industria. Y si por una vez fuera verdad lo de “menos ladrillos y más ordenadores”, el software español tendría ante sí una gran oportunidad.
(*) Tiene gracia que, repasando las notas, me doy cuenta ahora de que el secretario de Estado se refirió en realidad a «los andamios del software» y yo me fui a los cimientos. Bueno, su expresión me sigue pareciendo igual de certera y, en cuato al artículo, yo creo que se entiende lo mismo con cimientos que con andamios 🙂 Pero aclarado queda.
Lo de los cimientos bajo mi opinión no estuvo tan acertado ya que a lo que realmente se refería es lo que tu apuntas luego “que utilizar software pirata es una chapuza, que a cambio de ahorrarse unos euros lo que están haciendo realmente es perder dinero por falta de eficiencia y operatividad” pero eso no es cierto del todo, es falsear la realidad, ya que muy poco del software que se piratea es distinto del original, sí que es cierto que algunas veces meten malware en el software, pero si tú tienes CD original de Windows xp y a la hora de instalarlo le metes un numero de serie pirata no habrá ninguna diferencia con el original.
Yo creo que el discurso tiene que ser otro que no pase por desinformar a la sociedad, supongo que la mayoría de la gente (hablo por el secretario de estado) que dice esas cosas lo hacen sin saber que de alguna manera están faltando a la verdad, supongo que bien informados por parte de peces gordos de la BSA que conocen perfectamente la realidad.
Yo estoy en contra del pirateo, creo que hay suficientes alternativas libres y/o gratuitas para tener que ir delinquiendo por la vida 🙂
¿Cual crees que tiene que ser el discurso?
Realmente no tengo muy claro cual tiene que ser el discurso, supongo que depende de a quién va orientado. Si como yo supongo “BUSSINESS software Alliance” va orientado a los profesionales no creo que sea el mejor ya que sabemos que no es cierto (necesariamente). Creo que si eres profesional tienes que pagar por ley y si no serás castigado. La gente tiene que tener claro que es un delito y que no lo puedes hacer, sobre todo cuando hay opciones disponibles igualmente validas sin coste alguno.
Un gran problema es si la administración te obliga a utilizar un software de pago para realizar una una gestión con ellos que se podría perfectamente hacer con software libre, pero esta claro que eso no es problema de la BSA sino de la administración que tal vez si te obliga a hacerlo debería proporcionártelo.
No se tendría que pensarlo bien.
Fer, eso que dices parece verdad hasta que te enteras que un 25% de la gente que se descargó el Windows 7 mediante un Torrent venía con un «regalito» en forma de troyano.
No, claro, a tí no te puede pasar. Ya.