El único cerdo de Afganistán

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Merecería que Sabina le incluyera en aquella canción, con el torero al otro lado del Telón de Acero y el belga por soleares. Es el único cerdo de Afganistán, según me entero hoy. Viene de China, donde el cerdo es una de las grandes riquezas, y como allí les sobran, el Gobierno de ese país decidió obsequiar con uno a Afganistán, país musulmán donde a este animal se le considera poco menos que un castigo de este mundo. Y le eligió a él. Sólo a él. Vive en el zoológico de Kabul, donde pastaba junto a los ciervos y las cabras, hasta que la alerta por la pandemia de la Gripe A le ha condenado a la cuarentena. Por más que la OMS ha advertido que no merece la pena tomar ninguna medida contra los cerdos que campan por el mundo y que podemos seguir comiendo jamón a manos llenas, en Egipto los quieren exterminar y Rusia ha suspendido las importaciones de nuestros ibéricos. Y en Afganistán, como sólo tenían este, han decidido aislarle, si es que no vivía ya bastante aislado el pobre. Ni un hipopótamo en el Estanque del Retiro ni un dromedario en Alaska se iban a sentir más solos que este cerdo. “No hay necesidad de que ese cerdo esté aquí”, ha dicho una visitante del zoo. No, tampoco hay necesidad de que esté en Afganistán. Amargo como el vino del exiliado…

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