(It’s no sacrifice just a simple word; It’s two hearts living in two separate worlds)
Esta canción, como otras de Elton John escritas por Bernie Taupin, contiene un mensaje con el que resulta fácil identificarse. ¿Quién no ha pasado por algo así? Si alguien no, que lo diga. Considérese afortunado ¿o tal vez no? He aquí una versión particular de este sacrificio:
Mirar de reojo a alguien y no poder reconocerlo. Hacerse el encontradizo en la escalera o a la salida del Metro, sabiendo que el único premio posible será verse pasar de largo. Esperar en el semáforo, a un abismo de dos metros, desear que nunca se ponga verde y luego cruzar quién de los dos más despacio.
Querer preguntarte que tal estás y callar sin embargo al pasar por delante, desear que te haya salido bien ese examen. Y nunca lo voy saber. Qué bien te sienta hoy esa camiseta, pensaré para mí mismo. Hoy haré bien mis deberes, daré lo mejor de mí para alegrarte un poco, aunque presumo que ni te vas a enterar. Recrearme en tus hombros, tu pelo, cuando nadie sabe que te estoy mirando, tú quizás sí lo sabes pero no levantas la vista, no puedes, quién sabe si me mirarás luego, cuando yo no me esté dando cuenta.
Esperar un tranquilo fin de semana para soñar pasarlo contigo. Buscar tu nombre en la pantalla del teléfono, creer haberte reconocido en una parada y fonda de la noche. Volver a casa de tu mano, simplemente imaginando que donde quiera que estés, tú también vuelves a casa, también de mi mano. Escribir mis mejores líneas… sin poder decir que son para ti.
Sacrificio no es una simple palabra…