La semana pasada, con motivo de la fiesta de San Patricio, lanzábamos desde aquí un pequeño homenaje a Irlanda y a los irlandeses de todo el mundo, que son muchos. Pero es que ¡vaya manera de terminar su semana grande! El sábado Irlanda ha ganado el Grand Slam y la Triple Corona, es decir, todo lo que se puede ganar el Torneo Seis Naciones de Rugby. Hacía 61 años que no lo conseguían, de manera que lo de “ni los más viejos del lugar” esta vez no suena tan tópico. Hay que ser irlandés, o haber vivido en Irlanda, o tener amigos irlandeses, o incluso ir mucho a pubs irlandeses para darse cuenta de lo que esto significa para ellos. Y la manera de conseguirlo. En Gales, en la catedral de este deporte, con un drop de O’Gara –qué nombre más genuinamente irlandés- a tres minutos del final. Pero es que, en la última jugada del partido, el apertura galés lanzó un “misil” desde casi 50 metros que se quedó a uno sólo de pasar entre los palos irlandeses y truncar toda la fiesta, todo el sueño. ¿Quién paró ese drop, quién contuvo el balón a un metro de los palos? No me cabe la menor duda de que en Irlanda todos saben quién fue…
Supe Supeman…
Y Superman, señores, juega al tenis y se llama Rafael Nadal. Vaya torneo se ha llevado en Indian Wells, que no es un Grand Slam pero tiene casi tanta solera, aparte de lo que significa en puntos a fin de blindar todavía más su número uno en el ranking ATP. Pero es que además, por la manera de ganarlo y los jugadores a los que ha ido superando, me da la sensación de que esta victoria ha supuesto un golpe de efecto, un mazazo para la mayoría de sus rivales. Los argentinos le tenían ganas, y Nabaldián sufrió su primera derrota ante el manacorí después de haber disfrutado de cinco bolas de partido y caer 6-0 en el tercer set; qué decir de Del Potro, que fue un alma en pena y ponía cara de estar pensando “pero quién me mandará a mi hablar, con lo guapo que estoy calladito”. Roddick le esperaba en su pista preferida después de la faenita que Rafa le había hecho en la arena de Las Ventas, en semifinales de la Davis. Y Murray, que apuntaba a convertirse en la bestia negra de nuestro número uno, ayer fue lo que el viento se llevó. ¿O se lo llevó Nadal? El caso es que al escocés todavía le están buscando.
Y todo esto, aclaro, dicho con el mayor respeto, que los que he mencionado son todos extraordinarios jugadores. Pero Superman es Superman. Y los Santos son los Santos…